Cuando cada noche los balcones reverberan de aplausos, caemos en la cuenta de lo que debemos a profesiones cuya actividad considerábamos un servicio rutinario y obligado en la sociedad del bienestar, como es el que ofrecen los profesionales de la sanidad. La consciencia sobre su labor imprescindible la hemos extendido a otros colectivos como policías, bomberos, ambulancias, protección civil, militares, profesorado, agricultores, ganaderos, informáticos, transportistas, distribuidores, etc., pero no sé si reparamos en la también imprescindible presencia en nuestros días de los profesionales de la información. Junto a la titánica labor invisible de sanitarios y colectivos citados (solo caemos en la cuenta de que están ahí cuando los necesitamos), la de periodistas, radiofonistas, reporteros gráficos, técnicos de sonido e imagen, etc., parece transparente por lo contrario, no porque sean invisibles sino por su permanente visibilidad cotidiana, ya que nada hay que pase más desapercibido que lo que percibimos a diario. Consideramos normal y lógico encender la tele o la radio, abrir un periódico, y encontrar lo que pasa para poder repetirlo hasta el infinito, pero esa normalidad aparente supone un esfuerzo también titánico, más en tiempos de crisis cuando el teletrabajo hace complicado seguir la noticia y es obligado pasar por el filtro de la verdad los datos, el rumor, la intencionalidad social, económica o política, o pisar las calles vacías buscando la imagen precisa e icónica de la actualidad. Este es un país de enormes periodistas, y de tanto saberlo velamos muchas veces su presencia. En momentos críticos de nuestra historia reciente, ahí estaban con sus micrófonos y sus cámaras, con sus grabadoras y libretas mientras nosotros permanecíamos en casa pegando el oído o la vista a los golpes de realidad que nos entregaban a cada momento. Y ahora, igual. Afortunadamente también Córdoba dispone en sus numerosos medios informativos de corazones y palabras de primer nivel en sus redactores, reporteros gráficos y audiovisuales. Que alguno de nuestros aplausos cotidianos les lleguen para alentar su presencia insustituible.

* Escritor

@ADiazVillasenor