Dicen que dijo Bonaparte entre frase apócrifa y frase apócrifa: «Si quieres solucionar un problema, nombra un responsable. Si quieres que el problema perdure, nombra una comisión». Debería ser la frase de cabecera de cualquier dictadura, de cualquier república presidencialista, de cualquier monarquía absoluta, de cualquier régimen personalista, de los que don Napoleone Buonaparte sabría bastante. El 27 de octubre pasado este periódico publicaba que la Comisión Europea había anunciado un mes antes que estaba «dispuesta a promover una propuesta legislativa que tenía que estipular un horario único a lo largo de todo el año». Vayamos por partes, como dicen que hubiera dicho don Jack el Destripador. Que Europa esté en manos de una Comisión ya dice mucho de su pésimo funcionamiento e indica que nos vamos a la porra antes o después, más bien antes que después como se viene demostrando. Y que una Comisión, por muy europea que sea esté «dispuesta a promover una propuesta» es ya rizar el rizo de la mofa, la befa y el recochineo. O sea, no está decidida, sino dispuesta. No piensa llevar a cabo, sino a promover. No piensa legislar de una vez por todas, sino a proponer. En fin, esto es como lo del brexit. Yo confieso que me quedé perdido en el antepenúltimo pleno de la Cámara de los Comunes con el speaker de cara de perro masticando los fourty-nine y los hundred and twenty de los resultados. El brexit es la penúltima imagen del bostezo europarlamentario ante los recovecos británicos de su política de amagar y no irse de una puñetera vez. Niccolò Machiavelli debería de haber sido inglés en vez de florentino. Con lo del catalexit va a pasar lo mismo. Catalexit suena a catalepsia, que es esa trastorno del sistema nervioso que hace que alguien no pueda moverse y creamos que esté muerto y se le entierre así sin más. De niños nos contaban casos terribles de muertos que no lo estaban y que al abrir los ataúdes años después los encontraban arañados por dentro. Así vamos a acabar todos, si es que no lo estamos ya, arañándonos de rabia o aburrimiento ante tanta comisión, tanta permisividad y tanta mandanga horaria, británica y catalana.

* Escritor @ADiazVillasenor