Cuando estaba en el colegio, la mayoría de mis compañeras de clase se aprendían la lección de memorieta, sin entender nada de lo que habían aprendido. Tal era así, que si había una errata en el libro, cantaban la lección con su errata, tal cual. Por lo que era evidente que no habían entendido nada ni les preocupaba. Su único fin era aprenderse la cantinela y así aprobar las asignaturas.

Reconozco que por ser floja en memorizar, me dedicaba a preguntar mis dudas a los profesores para que me explicaran la lección y así tener una compresión del tema a estudiar, lo cual me facilitaba la asimilación del aprendizaje sin tener que ejercitar mi memoria, lo que me daba bastante buen resultado. A veces, llegaba a ser un verdadero incordio para mis profesores. En el presente sigo igual, no me conformo con escuchar y aceptar sin más, sino que trato de llegar al fondo, para entenderlo mejor, aunque muchas veces, no hay quien lo entienda y claro, sigo siendo un incordio cuando expreso que no encuentro lógica en tantas cosas y descubro tanta "sin razón".

Hoy en día nos pasa igual. Nos tragamos el discurso de turno sin siquiera pararnos a pensar en el significado de las palabras ni reflexionar sobre ellas y soltamos y repetimos el mismo discurso donde haga falta, para ser aprobados, esta vez, por la sociedad y no quedar descalificados por parte del censurador, que en este caso es el pensamiento único o lo que es lo mismo: "lo políticamente correcto".

Y así es como admitimos y damos por válidos, términos como "crecimiento negativo", "discriminación positiva", "tolerancia cero", "cordón sanitario" y si me apuran incluso "Administración de Justicia", sin ser conscientes que son empleados como técnica de márketing, solo que en vez de estar vendiéndonos un producto, lo que nos están tratando de vender son ideologías políticas, que por otro lado, si uno está completamente convencido y seguro de sus ideas, lo lógico sería llamar a las cosas por su verdadero nombre. De esta manera, justificamos nuestros actos y argumentos para no reconocer que no se sostienen éticamente y que hay otros intereses reales, ciertos "pecadillos" que no queremos admitir, llegando a un cinismo vergonzoso.

¿Crecimiento negativo? Vamos a llamarlo por su nombre. Se llama pérdida, caída, pobreza, carencia... Nada ha crecido. Hay que ser muy cínico para usar esta expresión cuando las cosas van mal y están causando un perjuicio a la sociedad.

¿Discriminación positiva? ¡¿Cómo?! No hay nada positivo en ninguna discriminación, siempre es negativa. No puede ser positivo favorecer a unas a costa de discriminar a otros, menos aún cuando se trata de prácticamente la mitad de la población y menos aún por razones de sexo, (creo que la Constitución dice algo sobre esto). No vale todo en nombre de ninguna ideología.

¿Tolerancia cero? Esta tiene también mucha guasa, como si fuera Coca-Cola o una cerveza sin alcohol. (Aquí, más que nunca, se hace evidente la estrategia de márketing). Se llama intolerancia, ya hace mucho que existe esta palabra en el diccionario. Lo que pasa es que somos unos "maricomplejines" y no tenemos valor para decir que no hay que ser tolerantes con cualquier cosa, por supuesto que no. Hay que ser intolerantes a la violencia y a las injusticias. Yo, por ejemplo, me declaro intolerante al cinismo, (o a las faltas de ortografía, pero eso lo dejaremos para otro artículo).

¿Cordón sanitario? Esta está muy de moda. La primera vez que la escuché, me asusté, pues creí que estábamos en alguna alerta sanitaria debido a alguna epidemia que pusiera en peligro mortal a la población. Cuando descubrí el significado, lo entendí. Se trata de asustar a la población, de crear pánico ante un supuesto enemigo, tal que Alien. Es decir, un intento de prevenir la expansión de una ideología que es considerada indeseada o peligrosa, claro está, ocultando otros motivos políticos. Y es que depende del lado de ese "cordón" en el que se encuentre cada cual, o es "sanitario" o es un escrache, que también voy a dejarles dicho lo que es: dejar en evidencia a alguien, romperlo, destruirlo o aplastarlo. Para ello, tanto unos como otros, dan por hecho que son dueños de la razón y poseedores de la verdad absoluta, que es de lo que va esto de las ideologías políticas y por lo tanto, mientras ninguno sea capaz de admitir que nadie es dueño de la verdad, no servirá para nada lo que digan, sea como sea cómo lo hagan o cómo quieran llamarlo.

¿Administración de Justicia? Cualquiera que haya tenido que ponerse en manos de esta o vea los telediarios, creo que estará de acuerdo conmigo en que aquí el cinismo de la expresión coge dimensiones inconmensurables. Aquí lo único que correspondería para expresarles mi opinión y seguro que de una gran mayoría, sería poner aquí una ristra de emoticonos de risa, de esos con las lágrimas saltadas. Mejor nos reiremos por no llorar.

Por favor, absténgase de ponerme ninguna etiqueta política, porque se equivocarían. Soy de esas personas que acude a votar, para ejercer su derecho, pero que lo hace en blanco. Mucho más se lo van a tener que currar los políticos para conseguir mi voto.

Dicen que soy "políticamente incorrecta". Con lo fácil que sería decir que soy un incordio. Llamemos a cada cosa por su nombre.

* Escritora, autora del libro Jodidas pero contentas