De haber vivido, hoy día 20 de octubre, cumpliría su centenario de nacimiento este escritor e intelectual inglés, nacido en 1907 en el seno de una familia católica, en Putney, al suroeste de Londres. Autodidacta de formación, cursaría estudios con los benedictinos hasta los catorce años de edad, fue un infatigable lector de las obras de Karl Marx y de Friedrich Engels , lo que le llevaría, en 1934, a incorporarse a las filas del Partido Comunista de la Gran Bretaña, la mayor formación de este signo político del país, que postulaba en sus análisis el paso desde la sociedad capitalista hasta la moderna sociedad sin clases.

Durante años, Christopher St. John Sprigg , su verdadero nombre, trabajaría junto a su progenitor en el Yorkshire Observer de Bradford, donde consolidó una importante obra literaria, tanto de poesía como de prosa, que no vio la luz hasta después de su propia muerte, entre los años 1938 y 1939, e incluso en 1986. Sus cientos de artículos sí que fueron la obra impresa conocida por él. El compromiso político con los ideales marxistas y de solidaridad con los más desfavorecidos le llevó a formar parte del Batallón Británico, dentro de las Brigadas Internacionales que combatieron frente al fascismo en España desde 1936. La unidad a la que perteneció estuvo integrada por numerosos voluntarios que brindaron su apoyo a la legalidad republicana durante nuestra Guerra Civil. Caudwell, precisamente, dejó su vida en nuestra tierra en el frente del Jarama, durante el primer enfrentamiento digno de mención de las citadas fuerzas internacionalistas. Allí, junto a él, dejaron también su vida otros 450, de los 600 integrantes de la unidad procedente del Reino Unido, comandada por Tom Wintringham . Aquella ofensiva, de comienzos de febrero de 1937, le correspondería al ejército sublevado cuando trató de cortar las comunicaciones con la capital de España, lo cual ha llevado a muchos historiadores a considerarla como una parte integrante de la Batalla de Madrid. El combate tomó el nombre de las primeras operaciones con la conquista, en poco más de cuatro días, de toda la ribera del río Jarama. El día 5, el general Orgaz , con las fuerzas nacionalistas, desató la ofensiva al sur de Madrid, cruzando el cauce del río con el objetivo de cortar las comunicaciones con Valencia y dificultar el abastecimiento de la capital de España, lo que no le sería posible por la defensa que hicieran las fuerzas populares. Al final de la batalla no se alcanzaron los resultados previstos por Franco . Las unidades de la República, muy dispersas en un principio, fueron reagrupadas por el general Miaja , a mediados de febrero, ante la ofensiva de las fuerzas sublevadas, conformando desde entonces un sólido cuerpo que consiguió evitar el avance de los golpistas hacia Arganda.

Se puede afirmar que la batalla del Jarama fue la primera que el ejército republicano libró en campo abierto con un éxito relativo, puesto que perderían al final de ella lo mejor de sus efectivos de las Brigadas Internacionales, saliendo eso sí reforzado de allí el ejército popular, tal y como se habría de demostrar en Guadalajara, un mes más tarde, en unas jornadas que llegaron a dar esperanza a la República. Por parte republicana, en el Jarama, de sus 30.000 efectivos cerca de 25.000 murieron, fueron heridos o capturados, de los cuales unos 2.500 eran brigadistas, quienes lucharon, junto al ejército leal a la II República, en la XI, XII, XIV y XV brigadas, entre el Jarama y Morata de Tajuña, en la comarca de Las Vegas, dentro de la Comunidad de Madrid. Esta ofensiva de las tropas de Franco en el Jarama habría de enmarcarse junto a la batalla de Guadalajara, donde las fuerzas italianas enviadas por Mussolini sufrieron un grave descalabro a mano de los brigadistas internacionales, cuando aquellos intentaran avanzar en perpendicular sobre la capital de España. Tras el fracaso, los sublevados abandonarían la idea de atacar Madrid, centrándose en el norte peninsular con el fin de controlar los recursos energéticos e industriales como un medio más para ganar la guerra.

Sirvan, pues, estas breves líneas para honrar a los 60.000 voluntarios, de 54 países de todo el mundo, si bien nunca hubiera aquí más de 20.000, quienes tan importante papel desempeñaran al luchar con valentía en los frentes del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y del Ebro, hasta que se retiraron oficialmente a fines del año 1938, a fin de modificar la posición ante la intervención extranjera del Comité de No Intervención. Para todos estos bravos soldados, mi particular homenaje y, especialmente, para los 9.934 que aquí dejaran su vida, entre ellos este insigne poeta, escritor e intelectual británico, Christopher Caudwell, quien muriera por la libertad, un 12 de febrero de 1937 hace ahora poco más de setenta años. Para él, la gloria y nuestra más profunda gratitud, sobre todo por representar la expresión popular occidental en nuestra contienda, en la que hubo gentes de diversas ideologías, no sólo socialistas y comunistas, que lucharon frente al fascismo, si bien fue decisiva en su formación brigadista la labor de la URSS y de los partidos comunistas de numerosos países del mundo.

* Catedrático