Hoy es martes 14 de abril, el mismo día de la semana que en 1931, cuando dos días después de unas elecciones municipales se proclamó la II República en España. Ahora que tanto escuchamos la palabra esperanza, recordemos que pocas fechas como esta pueden ser identificadas con ella en la historia de España, y aunque no corren tiempos de celebraciones, quienes nos identificamos con cuanto simbolizó aquel cambio de régimen debemos destacar que entonces asistimos al primer proyecto democratizador del país. Ese día se formó un Gobierno provisional que de inmediato publicó los primeros decretos, y convencido del «origen democrático de su poder» se comprometía a someter sus decisiones a unas futuras Cortes Constituyentes, como así hizo en el mes de julio cuando comenzaron las sesiones parlamentarias. Entre aquellos primeros decretos figura uno, poco citado, en virtud del cual se prohibía cualquier tipo de homenaje por parte de las corporaciones del Estado a los miembros del ejecutivo.

El cambio producido en España lo sintetizaba el titular del diario El Sol el día 15 de abril: «Ayer, en un orden absoluto y un entusiasmo frenético, quedó instaurada la República en España». Recogía el discurso radiado del nuevo presidente, Niceto Alcalá-Zamora, donde al final aparece citada la palabra antes aludida: «El corazón en alto y la esperanza abierta, y no os decimos que la felicidad porque esa la habéis de encontrar con el cumplimiento del deber. ¡Orden y paz! ¡Viva España y viva la República!». Aquellas palabras se pronunciaban desde la sede del entonces ministerio de Gobernación, en la Puerta del Sol, a donde habían llegado la mayoría de los miembros del que hasta entonces había sido Comité Revolucionario. Rafael Sánchez Guerra publicó una serie de artículos en Ahora donde narraba los acontecimientos de esos días, con anécdotas como la de encontrarse en el cine el día 13 cuando la proyección fue interrumpida por un grupo de estudiantes, afirmaban que el rey había abdicado en Melquíades Álvarez, lo cual él califica como una de las «falsas noticias» (es literal) que corrían; también narra cómo se dirigió en la tarde del día 14 hacia la Puerta del Sol y que fue «el primer republicano que entró en Gobernación». Otro diario, La Libertad, decía al inicio de su editorial: «¡Día histórico! Habremos de remontarnos un siglo para encontrar una página que hiera tan profundamente nuestra sensibilidad como la escrita el domingo por la democracia española». En primera página el poeta Luis de Tapia (meses después sería diputado) publicaba sus Coplas del día, elogiaba al pueblo y finalizaba así su composición: «¡Vencimos! ¡Como quimera/ veo en luz la tierra ibera,/ y bajo un rojo arrebol/ veo que hacia la frontera/ va una familia extranjera!/ ¡Qué gusto ser español!».

A partir de una proposición presentada en las Cortes el 4 de febrero de 1932, se reconocería como ‘Fiesta de la República’ el 11 de febrero, aniversario de la proclamación de la I República, mientras que el 14 de abril sería la ‘Fiesta de la Soberanía Popular’, y como tal se celebró a lo largo de los siguientes años, siempre con las críticas de grupos de la derecha que no pensaban que fuera una fecha digna de reconocimiento. El 14 de abril de 1937 la revista Mundo Gráfico publicaba un resumen de lo que habían sido las conmemoraciones desde 1931, y en la de 1936 reseñaba el tiroteo producido durante el desfile que provocó la muerte de un alférez de la Guardia civil, y afirmaba: «Es este uno de los primeros hechos de la tormenta que se está gestando», y sobre 1937 decía: «Un 14 de abril teñido de sangre». Hoy, por fortuna, un régimen democrático nos permite celebrar aquel día, sin nostalgia, pero con la fuerza que significa reivindicar una de las fechas con más dignidad en la España del siglo XX.

* Historiador