Este mes de buenos propósitos, en el que parece que se estrena vida al mismo tiempo que año, nos ofrece una excelente ocasión para encauzar la agenda, pulir costumbres poco sanas y desprendernos de adherencias indeseables, ya sean kilos de más o amistades peligrosas; como, en lo político, la entablada por Partido Popular y Ciudadanos con Vox y sus propuestas impresentables, una relación forzada al límite con tal de acceder al mando de la Junta de Andalucía que, si ambos partidos no controlan con sensatez, aunque solo sea por dignidad, les va a salir carísima a ellos y a todos nosotros. Pero no está en mi ánimo meterme en los berenjenales de la política, cosa que ya hacen otros con profusión y entusiasmo. Aunque, que algunos quieran cargarse las conquistas sociales tan dura y lentamente conseguidas no es política sino paleohistoria cavernícola. En fin, solo quería advertir de que hay que tener mucho tiento con lo que se busca, no sea que se lo acabe encontrando.

Por eso, porque la actualidad envolvente está que trina --y cuándo no-- qué mejor que rellenar el estreno helado de este 2019 con propuestas que nos calienten el alma. Y para eso el arte se las pinta solo. Si están ustedes en Córdoba --con esto de internet nunca se sabe dónde pueden acabar de rebote tus palabras-- tienen aún oportunidad hasta el día 12 de visitar en la Diputación la espléndida muestra retrospectiva de María José Ruiz, una contumaz «buscadora de belleza», como ella misma se define. Y bien que la transmite multiplicada a través de sus cuadros, donde el plácido detalle hiperrealista de rostros y figuras convive con una compleja narración simbólica solo apta para intelectuales profundos. Ad Fascinans, título de la exposición, reúne cincuenta obras, muchas de gran formato, llegadas desde fondos institucionales, colecciones privadas y del propio estudio de la pintora montillana, ya instalada en el corazón de la capital cordobesa, en plena plaza de las Tendillas, a raíz de su imparable proyección internacional.

Y en un rincón de la Córdoba profunda, la plaza del Potro, abre en el Museo de Bellas Artes hasta el 20 de este mes una muestra divulgativa sobre Murillo, a modo de prolongación del año dedicado al gran pintor que, sin salir de su Sevilla natal, sembró por todo el mundo influencias que aun hoy siguen dando frutos. Murillo, excelentísimo es una iniciativa de la Consejería de Cultura que paseará por ciudades andaluzas trece reproducciones retroiluminadas de obras del artista que en su versión original se exhiben actualmente en la exposición Murillo. IV centenario del Bellas Artes de Sevilla. Dividida en cuatro secciones interrelacionadas (Vida, Ingenio, Convicciones y Contextos), esta interesante propuesta analiza transversalmente rasgos de esa excelencia del maestro barroco que contribuyeron a inmortalizarlo, como su capacidad de abstracción y técnica, las ideas que lo motivaron y los entornos sociales que marcaron su producción.

Se trata de una propuesta de carácter didáctico que se complementa con dos talleres familiares, previstos para los sábados 12 y 19 de enero, y un pequeño pero muy completo catálogo que junto a dos cuadernos destinados al público infantil se regala al visitante. Este, además, puede disfrutar de La estela de Murillo, otra muestra que ofrece al mismo tiempo el museo cordobés. Y es que según su director, José María Palencia, el Año Murillo no solo ha significado el reencuentro con un pintor aplastado por la fama, que a veces no deja apreciar los matices, sino con todos sus seguidores.

Dejemos que el arte suavice la realidad, mientras cogemos aire para afrontar lo que nos traiga el año.