Cuando la mentira ha ocupado todos los rincones, con su densa niebla y su desolación de estepa anochecida; cuando la noche llega al fondo de su abismo, y solo es más noche, más silencio y más oscuridad, y solo escuchamos que sigue sin amanecer; cuando nos vemos en las fotos de lo que fuimos y quisimos haber sido, y lo que somos y podríamos seguir siendo, una memoria extraviada en mil memorias; cuando vemos morir a nuestros vivos, a quienes nos llenaron días y días de nuestra historia cotidiana, y nos hablaron de ser dignos, humanos, horizontes; cuando preguntamos y no nos quieren responder, porque ellos son los amos de la mendacidad; cuando, una vez más, vemos que triunfan y se salen con la suya los poderosos de este mundo, los que se ríen a carcajadas y cada vez más carcajadas, los hipócritas, violentos, asesinos de sonrisa viperina; cuando renunciamos a la luz de la verdad por miedo, por angustia, por desesperación, y no somos ya capaces de mandar ni en nosotros mismos, nuestras palabras, nuestros sueños; cuando amanece pero sigue siendo noche, porque otros se han apoderado del sol, el aire, el mar, el cielo, y solo nos queda vegetar en el vacío, seguir siendo sus esclavos, callados, olvidados, rotos hasta en nuestra soledad, como si nunca hubiésemos existido; cuando nos miramos las manos y no son nuestras manos; cuando la libertad es una palabra que vuela muy alta por el cielo y nos deja solos aquí abajo, y regresamos al encierro más solos, más humillados, más abandonados; cuando la tristeza se cierne como sombra hasta en nuestro tiempo, y el tiempo nos dice que no tenemos tiempo, porque somos siempre de otros para otros; cuando queremos animarnos diciéndonos que ya nos queda menos, pero ya nos queda menos para más y otro más sin ventanas, sin puertas, sin calles, sin azules; cuando nos preguntamos qué somos, y entonces reparamos en que nunca hemos tenido una respuesta, y oímos que solo somos ecos, y llamamos y no hay nadie ni habrá nadie ni vendrá nadie de camino; cuando todo lo que nos rodea nos dice que habitamos en la desesperación; cuando todo esto y todos sus caminos son muchos más caminos que surgen y nos borran, es cuando el buen pastor nos halla, nos recoge en su aprisco, nos sosiega, porque él siempre camina en nuestra busca.

* Escritor