Tal y como acabaron el infausto 2020, los autónomos comienzan 2021 con subidas en la cuota: desde este mes de enero se pagará un 0,30% más, lo que supondrá entre 3 y 12 euros, dependiendo de la base de cotización. A esto hay que sumar que ya en el mes de septiembre se aplicó una subida de 0,30% que, si bien debía haberse aplicado en enero de 2020, no se hizo debido a la situación de emergencia provocada por la pandemia. Dicha subida, además, tiene carácter retroactivo, por lo que está pendiente el pago de ese 0,30% correspondiente a ocho mensualidades del pasado año.

Aunque es cierto que dichas subidas estaban pactadas desde 2018, no parece que tengan mucho sentido dada la coyuntura actual, puesto que en el escenario en el que se produjo ese pacto la economía española crecía robustamente mientras que, por el contrario, ahora sufre una contracción severa, liderando las caídas a nivel europeo. A todo ello hay que sumar la precaria situación de la mayoría de los autónomos, ya que existe un altísimo número a los que se les ha imposibilitado el desarrollo de su actividad, o esta se les ha limitado de forma muy grave.

Asimismo, al incremento de la cuota de autónomos hay que sumar modificaciones fiscales que también afectan a dicho colectivo: cambios en el sistema de módulos, subidas en los impuestos de matriculación y sobre las primas de seguros y el nuevo impuesto al plástico.

Por todo lo expuesto, y dada la contundencia que muestran los datos, cabe preguntarse si era necesaria la aplicación del citado incremento; si bien es conocida la precaria situación de las arcas de la Seguridad Social, las subidas previstas no van a solventar el déficit del sistema, amén de la injusticia de intentar que recaigan sobre un sector tan importante y crítico en la economía las necesidades de financiación del sector público.

Contrasta la actuación del Ejecutivo con la de los gobiernos de los países de nuestro entorno: Italia, Portugal, Alemania o Francia han aprobado subvenciones directas a autónomos y pequeñas empresas y han congelado impuestos.

Desgraciadamente la conclusión final arroja pocas dudas al respecto: el Gobierno ha dejado -otra vez- en el olvido a los autónomos, agravando más si cabe la difícil situación que atraviesan.