Como si la sociedad regresara a aquellos años ochenta del siglo pasado en los que los bingos y las tragaperras dispararon la adicción al juego, las apuestas y otras modalidades de juego on line han sido un primer paso en la captación de las nuevas generaciones hacia hábitos que conducen a la ludopatía, y que de inmediato han continuado con la proliferación de salas de juego en las ciudades. Siempre se llega tarde para actuar, pues es casi imposible para las autoridades y los expertos prever de qué manera va a desarrollarse una nueva tendencia, pero la alarma social está fundada, y es precisamente la protesta de los vecinos la que está moviendo a las instituciones. Los jóvenes, bombardeados por una publicidad agresiva, se van dejando captar y es necesario tomar todas las medidas posibles para evitarlo. Más de 55 salas de juego en una capital como Córdoba suponen una cifra exagerada, por lo que cabe celebrar el acuerdo unánime del último Pleno del Ayuntamiento para frenar durante un año la concesión de nuevas licencias y modificar la normativa para, entre otras medidas, que las casas de juego no puedan instalarse cerca de centros escolares. Es un paso, aunque se necesitan muchos más, entre ellos de índole educativa, pero al menos la ciudad se da un respiro para decidir cómo afronta este fenómeno.