Hubo un tiempo en el que Asturias - -patria materna querida-- exportaba a la capital de España a sus hijos más insignes. Jovellanos, Alejandro Casona, Ramón Areces, Pepín Fernández o el nobel Severo Ochoa han sido algunos de los ilustres astures que han paseado su buen hacer por la Villa y Corte. De una época a esta parte los Picos de Europa parecen una barrera infranqueable para el talento, de ahí que sólo Adriana Lastra y el padre Ángel hayan conseguido sortearla.

Ataviado con un disfraz de antiguo sindicalista que defiende a los trabajadores ( no confundir con los actuales), el llamado ‘cura de los famosos’ no pierde ocasión para aparecer en los medios de comunicación con cualquier ocurrencia ajena a su ministerio sacerdotal. En un principio su labor pastoral se limitaba a pasear la bufanda (roja, por supuesto) por platós de televisión y saraos frecuentados por personajes del corazón. «Mi marido y yo somos ateos, pero este cura es tan cercano que nos hace dudar», comentaba extasiada la marquesa de Vinalopó a su amiga Fifita Sanchidrián, viendo al padre Ángel derramar las aguas bautismales sobre la cabeza de Bosco, su primogénito cabezón. Ahora, para distraerse de las críticas de los vecinos que le acusan de haber convertido un barrio del centro de Madrid en un nido de delincuencia, el padre Ángel ha decidido hacerse comentarista político, y ha propuesto al actual Gobierno de España como aspirante al premio Princesa de Asturias por la gestión del coronavirus. Quizá, desde el cielo, sus centenares de hermanos sacerdotes fallecidos por asistir a los más necesitados no compartan la candidatura. También ha escrito a Pablo Iglesias agradeciéndole que con su trabajo y esfuerzo el mundo es ahora un lugar mejor, aunque no ha aclarado para quién. Dicen que las veleidades políticas del eclesiástico de la jet set son un reflejo de las carencias formativas de su infancia, y es que como dijo su profesor de aquellos años: «Angelito era mediocre, aunque sólo suspendía la asignatura de Religión». Más tarde, durante su estancia en el seminario, adquirió dos costumbres que mantiene en la actualidad: abrirse paso a codazos para salir en las fotografías; y tachar de todos sus breviarios aquello de «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha».

No tiene suerte la Iglesia Católica a la hora de elegir a sus referentes televisivos, y desde la jubilación del padre Mundina anda buscando sustituto. Por motivos obvios, el padre Apeles o la tanguera monja independentista Sor Caram no han cumplido las expectativas. Estas fugaces estrellas televisivas con alzacuellos pretenden remediar el creciente desafecto religioso de los jóvenes con mensajes propios de una ONG, pero parece que no da resultado. Algo rematadamente mal deben estar haciendo cuando, la pasada semana, Pablo Iglesias ( convertido ahora en el alter ego del Jocker) manifestaba en el Congreso su admiración por el Papa Francisco. Cuentan que se conocieron en la entrevista que el pontífice concedió a La Sexta, cadena alineada con la defensa de los valores cristianos.

Con motivo del aniversario de su ordenación sacerdotal, el padre Ángel ha renovado sus votos. En esta ocasión han sido cuatro. Pobreza, obediencia, castidad y… a Podemos.

* Abogado