Tras el paréntesis sosegado del verano, septiembre irrumpe una vez más con la fuerza y el empuje ilusionado de todos los comienzos. Porque es este mes, mucho más que el de enero, cuando a la vez que el curso académico, uno tiene la sensación de que estrena año. Y con él una nueva vida cargada de buenos propósitos, tanto en el plano personal como en el de las instituciones. Los gimnasios se llenan para ganar músculo y perder peso, a la vez que las agendas públicas se nos muestran llenas de citas, incluso sobrecargadas, que anticipan un otoño sin peligro de aburrimiento.

Desde luego, no va a haberlo en el plano de la política nacional, en el que cada día desayunamos con una nueva campanada: que si abandona la política Soraya Sáenz de Santamaría, la mujer que podría haber llegado a ser la primera presidenta del Gobierno español si los hados le hubieran sido más propicios y sus colegas del PP menos intrigantes y despiadados; que si se cae del cartel otro miembro del «Ejecutivo bonito» de Sánchez, esta vez la ministra de Sanidad, por un quítame allá ese máster; que si al propio Sánchez le piden que difunda urbi et orbi su tesis, ahora bajo sospecha.

Como lo está el expediente académico de un montón de políticos de este país según se van conociendo títulos maquillados -y más que irán saliendo a la luz-, asunto este que más que una cuestión de moral pública empieza ya a convertirse en desvergonzado fenómeno de masas, digno de un sesudo estudio sociológico, a ver si nos enteramos de qué nos pasa.

Por eso, ante tanto sobresalto patrio, en este septiembre en el que queremos estrenar vida aun sabiendo que todo sigue igual, o peor, prefiero caminar por la acera soleada y ver el lado amable de la existencia, que casi siempre viene de la mano de la cultura. En Córdoba el panorama cultural no ha podido empezar con más fuerza. Mañana mismo, como plato fuerte de Cabalcor llega a Caballerizas Reales -que esperan el acuerdo definitivo entre Defensa y el Ayuntamiento, al caer dicen, pero quién sabe- la Escuela de Equitación del Kremlin, prestigiosa embajada rusa inédita en España, que devuelve presta visita a la de Córdoba, mientras la provincia difunde su patrimonio turístico en París para ensanchar horizontes. Pero hay muchos más alicientes culturales, como los conciertos nocturnos en el Centro de Recepción de Visitantes, que para algo tenía que servir (hoy, sesión brasileña y mañana cubana); la sexta edición del Otoño Sefardí, cargada de propuestas; el programa siempre interesante de la Fundación Bodegas Campos, que ha arrancado esta semana con la presentación del disco-libro de Aquel Trovar y su música medieval; el Festival Internacional de Piano Guadalquivir, que une pueblos y culturas bajo el rumor del río, y el inicio de temporada de la Orquesta de Córdoba con la presentación de su nuevo director, Carlos Domínguez-Nieto, en quien los melómanos tienen depositadas grandes esperanzas.

En el terreno de las artes, a la ya inaugurada exposición sobre el Guernica de Picasso, en el Paseo de la Victoria, se unirán en la Casa Góngora la de José María García Parody y, en la Sala Vimcorsa, la de homenaje a Antonio Povedano, esperada cita plástica del otoño. Y ya en las postrimerías del mes, Cosmopoética, perfumada en esta ocasión con aires italianos, inundará de versos el paisaje de las letras, cuyos primeros pasos irán acompañados, como novedad, por la ciencia a través de la Noche Europea de los Investigadores, descubriendo la química entre dos mundos que bien pueden ser complementarios. Ofertas, pues, no faltan para olvidarnos del rifirrafe machacón de la política.H

* Periodista