La soledad afectiva en las personas mayores es un problema de salud muy importante. A los varones se les permite una mayor actividad sexual, inclusive se les toleran y «disculpan» ciertas «aventuras sexuales». En este sentido, puede decirse que la sexualidad de la mujer mayor está en función de las necesidades del varón a tenor de una doble discriminación: ser mujer y ser mayor. Por otra parte, diferentes estudios indican que los hombres en estas edades manifiestan mayor deseo sexual y tienen más actividad sexual que las mujeres, hecho este susceptible de provocar no pocas controversias y debates. Para nosotros, la sexualidad es una dimensión global que mediatiza la totalidad del ser humano, independientemente de los años que tenga. Por tanto, una de las necesidades que nos permiten crecer y desarrollarnos como personas es la sexualidad, y la sexualidad no significa en modo alguno únicamente el coito. La actividad sexual más frecuente son las caricias y tocamientos. Master y Johnson (1983) son bien explícitos cuando afirman que la vejez no disminuye la líbido, ni la capacidad orgásmica en las mujeres cuya salud sexual es buena, teniendo en cuenta también que la respuesta sexual de las personas mayores además del propio proceso de envejecimiento está en relación con otros factores como su personalidad, su autoestima y autoimagen, el tipo y la calidad de la relación en pareja y otros componentes psicológicos.

Si la sociedad no parece ser muy tolerante ante este tipo de hechos, no lo son más los propios familiares, incluso los propios compañeros/as ancianos en las residencias. El amor en las personas mayores suele ser vivido de manera diferente que en otros momentos anteriores. A muchos mayores les resulta difícil comprender que la vida sexual sea solo un privilegio de los jóvenes, o que hacer el amor tenga que ser necesariamente hacer el coito. Es preciso reivindicar este derecho humano a disfrutar de la sexualidad. Por esta razón es necesario un nuevo modelo de sexualidad en la vejez, más respetuoso con las necesidades y derechos de las personas mayores. Es preciso hablar sobre este tema, porque el silencio y el pudor que ha recubierto la sexualidad de las personas mayores la han hecho inabordable. Existe la creencia de que las personas mayores son inflexibles e incapaces de cambiar, sin embargo, los cambios son posibles a todas las edades. El hecho de que haya muchas personas mayores con importantes pérdidas de vínculos afectivos (tanto individuales como sociales), así como la actitud de rechazo hacia la sexualidad de los mayores, obstaculiza el que satisfagan sus necesidades emocionales y afectivas. Hace falta algo así como una revalorización de su vida sexual.

En síntesis:

Ante una ley natural como pocas: la vida afectiva y sexual en las personas mayores es saludable, necesaria y beneficiosa. Los/as mayores tienen sexualidad. Su sexualidad.

Una vida sexual activa y satisfactoria en la vejez es un buen síntoma de salud y bienestar.H

* Licenciado en Ciencias Religiosas y educador sexual