La batalla electoral del 26 de mayo es, para Córdoba, fundamentalmente municipal. Las europeas, como en el resto de España, quedan diluidas pese a su importancia, y mucho esfuerzo deberán hacer los partidos políticos para conseguir que el electorado se interese por el futuro de la UE. Las municipales, más cercanas al ciudadano --que puede evaluar mejor las actuaciones y proyectos--, tienen componentes singulares en la valoración directa de los candidatos, por lo que no pueden trasladarse automáticamente los resultados del 28-A, si bien la reciente encuesta del CIS indica que las tendencias de subida del PSOE y bajada o estancamiento del PP se dejarán sentir en estos comicios.

En la capital cordobesa la batalla parece, a priori, muy abierta. La candidata socialista y actual alcaldesa, Isabel Ambrosio, parte con el desafío de incrementar su cupo actual de 7 concejales y reeditar su mandato en una etapa en la que el poder seguirá dependiendo de los pactos poselectorales. El PP estrena candidato con José María Bellido, si bien el popular lleva en su bagaje una larga trayectoria municipal en el gobierno de José Antonio Nieto y, en la última etapa, como líder de la oposición a la cabeza de los 11 ediles populares. Sus perspectivas, que eran muy altas, tienen ahora la incógnita de cómo se comportará el voto del centro-derecha, si la candidata de Ciudadanos, Isabel Albás, conseguirá incrementar los dos concejales con los que cuenta Cs y qué respaldo encontrará el aspirante de Vox, Rafael Saco. El exconcejal popular Ricardo Rojas se presenta también con una nueva formación, Acción por Córdoba. Si el voto se reparte la clave estará en las sumas y pactos posteriores para alcanzar entre todos los 15 concejales que dan la mayoría absoluta.

Capítulo aparte merecen las candidaturas a la izquierda del PSOE. La incapacidad de llegar a acuerdos llevó a Izquierda Unida, Ganemos en Común (nuevo nombre de la agrupación de electores Ganemos Córdoba, que ha tenido 4 ediles en la Corporación Municipal) y Podemos a presentar listas separadas, con posible desconcierto para el electorado. Repite Pedro García al frente de IU, Teresa González estaba en Ganemos en Común y Cristina Pedrajas encabeza Podemos. Si el panorama era complejo, la decisión del juez de impedir a Ganemos en Común presentarse por su confusión con una candidatura fake llamada Ganemos Córdoba, que registró la marca en el 2014 y que concurre sobre el papel, pero sin hacer campaña ni aparentes objetivos electorales, deja fuera de concurrencia a una formación que en el 2015 obtuvo un significativo respaldo electoral, alterando el escenario y privando a los ciudadanos de opciones en las urnas. Razones jurídicas habrá para esta decisión, pero es deplorable que se excluya una candidatura arraigada en favor de una «fantasma» compuesta de familiares. Tras un recorrido judicial sin éxito, Ganemos en Común ha dicho definitivamente adiós a la campaña sin pedir el voto para ningún partido.

Comienza, pues, con estas inesperadas alteraciones, una campaña incierta, en la que Córdoba se juega su futuro, sus proyectos y el modelo de ciudad para los próximos cuatro años. Quedan días para el debate y el contraste de posiciones, en el que los candidatos ganarán activos con un juego limpio y una actitud de escucha hacia los ciudadanos.