Siempre he pensado que el ejercicio de votar es una de las acciones más importantes y responsables de la ciudadanía. Desde que cumplí los 18 años, tampoco hace falta decir el tiempo de eso, me he dirigido a mi colegio electoral con ilusión y convicción, siempre invitando a mis amistades y colegas a ejercitar su derecho fundamental, con la premisa indispensable de que todo el conjunto de una comunidad es responsable de la sociedad en la que vive. Me cansa escuchar la misma cantinela en bocas de unos y otras: «todos los políticos son iguales», pareciera que somos infantes a la deriva sin responsabilidad sobre nuestras vidas y sin capacidad de dar patadas a un balón: siempre echándolo fuera.

Es cierto que presenciamos acciones que nos hacen sacar los colores o montar en cólera; bochornoso es, por ejemplo, cada caso de corrupción: una condena a las bondades del sistema. Sin embargo no podemos olvidar que hemos llegado hasta aquí gracias a políticas responsables (unas más acertadas que otras) dirigidas por personas que como tú o como yo quieren hacer de este mundo algo mejor. Si miramos atrás, imprescindible para no cometer los mismos errores, evidente es que desde que el Dictador de la «baraca» murió y en este país se instauró de nuevo la democracia hemos conseguido ser ciudadanas y ciudadanos más libres (sin libertad no somos nada), y más iguales.

En estos más de 40 años de democracia he sido testigo de la lucha por la igualdad. En mi ámbito personal he trabajado, día a día, para conseguirla. No ha sido un camino fácil, aún sigo en ello... Pero debo decir que me alegra profundamente sentir que, poco a poco, la sociedad en la que habito va cambiando. Las mujeres hemos dicho un «Basta ya» a una sociedad machista y retrógrada que marcaba nuestro paso colocándonos donde no molestar demasiado. Aún queda mucho camino por recorrer y es importante no desviarnos ni un solo milímetro de él. Tenemos que seguir en la brecha de la lucha por la igualdad, no somos enemigas de nadie como algunos se empeñan en decir, somos ciudadanas que queremos jugar en la misma liga y en igualdad de condiciones.

En mi vida descubrí bien pronto que cualquier empresa personal o colectiva costaba un mundo construirla y que, por el contrario, un solo segundo bastaba para destruirla. Hagamos un uso responsable de nuestro voto para no permitirlo.

Gracias a todas las mujeres que se han dejado y se dejan la piel en la lucha y gracias a todos los hombres que en este camino nos acompañan.

* Actriz