Lo que mal empieza mal acaba. Otro batacazo. Y van tres seguidos (Brasil 2014, Francia 2016 y Rusia 2018). Otro sí pero no. Y lo más preocupante, España se vuelve a casa con la sensación de que a día de hoy cualquier rival, por muy limitado que sea, puede crearle problemas. Todos saben como jugarle.

Sin ideas, sin profundidad, muy horizontales y sin ninguna ambición. Esa fue la tónica en el partido ante Rusia. Igual que en los dos partidos anteriores frente a Irán y Marruecos. El buen juego no es dar 1.114 pases, como ayer ante Rusia. España ni siquiera rondó el gol. Tan solo un mal despeje de Ignashevic en una falta bien lanzada por Asensio hizo que un gol español subiera al marcador. Todo eran pases horizontales, nadie a excepción de Isco era capaz de superar las líneas rusas. Y en esas España se durmió. Se limitó a sobar la pelota y a jugar con una lentitud que recordaba al fútbol de otra época. Así es imposible sorprender a una defensa ordenada. Los de Hierro salieron al campo con la sensación de que el gol caería tarde o temprano. Pero se olvidaron de lo más importante, para que llegue hay que buscarlo, como sí hacía la España que fue bicampeona de Europa y campeona del Mundo. Aquel equipo es cierto que ganaba los partidos de manera ajustada, pero arrollaba a sus rivales, generaba muchas ocasiones de gol. Salía a ganar. Iba a por la victoria, no esperaba que le llegara.

Mención aparte merece el nivel exhibido por algunos jugadores. En la portería, en la que De Gea parecía una copia mala del porterazo que ha desmostrado ser en el United. La pareja de centrales tampoco se salva. El penalti de Piqué fue tan absurdo como innecesario. Y la falta de concentración era más que evidente. Ramos tampoco fue el Ramos de las grandes citas, el que es capaz de sostener su equipo. En el centro del campo, Busquets sobrepasado, Silva desconocido, Iniesta sin chispa, Asensio no compareció y Koke correcto. Tan solo Isco fue el mediapunta desequilibrante que es. En ataque, Costa lo intentó, luchó y se desfondó. Nada que reprocharle al hispano-brasileño. Tampoco se le puede decir nada a Aspas o Rodrigo, que aportaron movilidad y aire fresco en los minutos que estuvieron en el campo. Y por último, Hierro, no supo leer el partido. Otra vez los cambios llegaron tarde, y se limitó a cambiar jugador por jugador. Ninguna variante táctica que pudiera cambiar el ritmo del partido. No fue capaz de apostar por jugadores que podrían haber aportado cosas diferentes como Odriozola (más profundidad por banda) o Saúl (llegada en segunda línea y tiro). Y es que ambos van a pisar suelo español con la friolera de 0 minutos disputados en el Mundial. España tenía la mejor lista decía Hierro, pero ¿para que la quieres si siempre juegan los mismos?

Ah, y sí Thiago, España estaba mal.