Las primeras uvas del marco vitivinícola Montilla-Moriles comenzaron a recolectarse en la madrugada del pasado 22 de julio, tal y como se había avanzado en el pleno que celebró el Consejo Regulador y en el que se puso de manifiesto que la falta de precipitaciones durante buena parte de la primavera aconsejaba adelantar unas dos semanas el inicio de la vendimia, la más temprana de la Europa continental.

De este modo, la recolección mecánica de las primeras variedades de uva blanca, ideales para la elaboración de vinos jóvenes sin crianza, volvió a marcar el inicio de la vendimia en la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles.

Tras la recogida de la variedad Chardonnay, la vendimia continuará con las uvas del tipo Verdejo, Sauvignon Blanc y Moscatel para, finalmente, completar la campaña con la variedad autóctona del marco, la Pedro Ximénez, que se extiende a lo largo del 85 por ciento de la superficie del marco vitivinícola cordobés.

De esta forma, Montilla-Moriles adelanta casi en veinte días el inicio de la campaña con respecto al 2018, cuando la recolección se inició el 8 de agosto, fecha habitual para el comienzo de la vendimia en el marco cordobés.

En esta ocasión, la falta de precipitaciones durante la pasada primavera ha motivado este adelanto de la cosecha, una situación que no es nueva en la zona pues, ya en 2017, la corta de la uva comenzó el 19 de julio, tras una intensa ola de calor que asoló la Campiña cordobesa.

Asimismo, la falta de precipitaciones no solo ha marcado un inicio más temprano de la vendimia sino que, además, hace temer una caída de la producción con respecto a la pasada campaña próxima al 30 por ciento, si bien se espera cosechar un fruto de «gran calidad», gracias a las suaves temperaturas registradas en los últimos meses, lo que ha favorecido un proceso madurativo sin estrés térmico.

El pasado año, Montilla-Moriles finalizó la vendimia con un aforo de 44 millones de kilos de uva blanca, una producción que supuso un incremento del 30 por ciento con respecto a 2017.

Con todo, en los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del año 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.

El marco Montilla-Moriles cuenta en la actualidad con algo más de 2.000 viticultores y con una superficie de viñedo que alcanza las 4.890 hectáreas inscritas en la DOP, un tercio de ellas ubicadas en la Zona de Calidad Superior. A finales de la década de los setenta, Montilla-Moriles llegó a tener casi 20.000 hectáreas de viñedo y tras el importante arranque de cepas que tuvo lugar en los años ochenta y noventa, la superficie se ha estabilizado en la última década.