Demasiada tibieza se percibe en la renovación del nomenclátor del callejero, optando en ocasiones por soluciones tendentes a neutralizar la previsible ofuscación ultraconservadora. Tibieza mezclada de temor a que un vuelco electoral en el Consistorio reponga en sus viales a los activos colaboracionistas del genocidio represor fascista sufrido por Córdoba (4.000 asesinados indefensos y desarmados de una tacada) y sobradamente testado y desentrañado.

Temor infundado, pues en otras ciudades no se ha verificado. Pongo como ejemplo Gijón, donde el PSOE gobernó de 1979 a 2011 y donde desde entonces lo hace el partido de Álvarez Cascos FAC, ideológicamente en su orilla opuesta. Pues bien, el viraje municipal gijonés no afectó para nada al callejero, pues siguen con su mismo bautizo calles, avenidas, plazas y parques como: Aida Lafuente, Juan Negrín, Álvaro de Albornoz, Pablo Neruda, Antonio Ortega, Belarmino Tomás, Bertolt Brecht, Brigadas Internacionales, Carlos Marx, Clara Campoamor, Federico García Lorca, Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Julián Besteiro, Manuel Llaneza, M.ª Teresa León, Miguel Hernández, María Zambrano, Pablo Iglesias, Marcelino Camacho, Rafael Alberti, República, Rosa Luxemburgo, Salvador Allende y Santiago Carrillo, Comandante Robert o Las 13 Rosas.

Gijón, que tiene calles dedicadas a dos cordobeses (el Gran Capitán y el Duque de Rivas) se significa, además, por la atención prestada desde siempre al reconocimiento, no solo de los luchadores por la libertad y la democracia, sino de los responsables de los avances científicos y modernizadores, y así ha rotulado calles recordando a figuras como Newton, Eiffel, Einstein, Fleming, Pasteur, Marie Curie, Freud o Edison.

¿Por qué Córdoba no puede seguir esa estela y quitarse las telarañas del oprobioso franquismo criminaloide que desdora su presente histórico con aberraciones como el monumento a la Cruzada o la proliferación de concesiones al obispo pronazi asturiano Albino González Menéndez-Reigada?