El fallecimiento de este magnífico profesional de la medicina, y mejor persona, deja un tanto huérfana a la sanidad cordobesa, y por tanto, a la escuela que representa nuestro querido hospital Reina Sofía. Los profesionales y usuarios que tuvimos la suerte de conocerlo estamos tristes, a pesar de saber que llevaba tiempo mal de salud. El concepto de salud, aquello por lo que él tanto se entregó en cuerpo y alma, porque se trataba de una persona entregada a su profesión, a sus enfermos, y a todo aquel --fuera profesional de la casa o usuario--, que le reclamara su atención profesional o personal.

No se trata de alabar las excelencias que tuvo como persona, que las tuvo con creces, sino de decir la verdad sobre un profesional como la copa de un pino. El recordado doctor Miño, y tantas grandes personas de todos los niveles profesionales, engrandecieron nuestra sanidad y nuestra sociedad cordobesa, y don Federico se suma a tantas buenas personas que nos guían desde el Cielo. Se ha ido de la tierra, un ser con unos valores que engrandecen la condición humana. D.E.P.