Antes de IKEA, y ABBA (este era un grupo musical de los 70, no una tienda de “todo a medias”, ellos te venden un mueble por piezas y tú te partes los cuernos intentando montarlo), Suecia solo era conocida en los años 20/30 del pasado siglo por Greta Garbo, y en los 40/50 por Ingrid Berman. Ahora, en 2019, una niña de 16 años que aparenta 14, -que tiene menos empatía que un cactus y menos gracia que Pepe Griñán, el de los ERE-, ha vuelto a poner en el candelero (que no en el candelabro, como dijo la “ilustrada” Sofía Mazagatos), a Suecia. Greta Thunberg, que así se llama esta niña sueca, ha sido erigida por no se sabe quien, como la “salvadora del planeta”, en la lucha contra el cambio climático. Greta está en contra de todo lo que contamine, incluidos medios de transporte, por eso ha cruzado el Atlántico hasta Lisboa en un catamarán de unos millonarios australianos, y de Lisboa a Madrid en un tren con locomotora Diesel. ¡Para que luego diga la ministra de Industria y Energía que el gasoil contamina! La Asociación Fray Hernando de Talavera, -que promociona el Camino Guadalupense con medios ecológicos-, ofreció a Greta un burro para que hiciera el viaje de Lisboa a Madrid, pero Greta, con su acreditada simpatía, ni se molestó en contestar. Por lo visto un burro contamina más que una locomotora diesel y que el Falcon que el “doctor Fraude” utiliza hasta para ir a casa de sus cuñados en Navalcarnero. Los padres de Greta están encantados, pues los royalties que genera su hija les están garantizando una pensión de premio Nobel, la otra cosa, (que no se me olvidaba), por la que es conocida Suecia.