No cabe la más mínima duda de que lo peor que puede haber en una profesión es un policía corrupto, ya que se supone que dichos profesionales están para garantizar la seguridad de las personas,vigilar y hacer cumplir la ley, e investigar toda clase de delitos que conozcan en el ejercicio de su cargo, amén de otras funciones. Sobre todo en el cuerpo de la Guardia Civil, el cual como todo el mundo sabe esta sometido a la disciplina militar, y ojo con escurrirte lo más mínimo porque te la dan todas en el mismo lado.

Como todo el mundo sabe, he estado 34 años de servicio activo en la Guardia Civil, y actualmente me encuentro en situación de retiro con el grado de sargento 1º. Los motivos por los que me fui de dicho cuerpo son otra historia, que algún día si tengo ganas plasmaré en un artículo (y me parece que cuando lo haga, más de un mando no va salir muy bien parado). Pero bueno, vamos al meollo de las presentes líneas, la detención del capitán jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Algeciras, Joaquín Franco, ha caído como un jarro de agua fría en el benemérito Instituto.

Y no es para menos, este prenda al parecer tiene en su hoja de servicios cuatro cruces con distintivo blanco, y dos distinciones de la Orden de San Hemenelgido, por prestigiar al cuerpo, (menuda vista tuvieron los que le concedieron tales distinciones). El personaje en cuestión, al cual se le acusa de los delitos de omisión del deber de perseguir delitos, prevaricación, revelación de secretos, y pertenencia a organización criminal, le espera, en caso de demostrarse su culpabilidad, un futuro muy negro en el talego.

Y todo eso ocurre cuando la avaricia rompe el saco. El detenido llevaba un tren de vida que en nada se podía corresponder con el sueldo de un capitán (el cual, por cierto, no está nada mal). Y no es el primer caso que ocurre en esta Comandancia, ya que si la memoria no me falla, ya van 12 guardias civiles detenidos en lo que va de año. El narcotráfico, sabe perfectamente cómo tocar a los agentes, y es que señores, el dinero nos gusta a todos y sin excepción alguna, todos tenemos un precio. Siempre lo he dicho: todos tenemos miserias, lo que hay que hacer es tratar de bajar a ellas lo menos posible, y si no lo haces nunca, mejor que mejor.