Uno de los clubs con más historia del panorama polideportivo provincial está cerca de alcanzar los 30 años de existencia. Se trata del Natación Córdoba, una entidad fundada en 1990 y que actualmente entrena en la piscina de Lepanto. Sus colores los defendieron los primeros nadadores cordobeses internacionales de la historia, los hermanos Alfonso y Begoña Uruburu y María Calleja, en la década de los 90. Por tanto, solera no le falta a la entidad que preside Jesús Merino que es a su vez el director deportivo.

Cerca de un centenar de nadadores tiene en la actualidad entre los que compiten en los Juegos Municipales y los federados, desde la categoría benjamín a la máster.

Su referente actual es Pablo Vargas, un alevín de 13 años que ya ostenta los récords andaluces de su edad en nada menos que once pruebas (50, 100, 200 y 400 libres, 50 y 100 mariposa, 50, 100 y 200 espalda y 200 y 400 estilos). En la temporada de invierno que acaba de terminar logró el premio a la mejor marca de 13 años en el campeonato andaluz y fue tercero en la misma prueba en el campeonato nacional escolar de Madrid, pese a ser de primer año.

Jesús Merino considera que "ha empezado a destacar a nivel nacional, aunque es pronto para valorarlo, pues es pequeño y todavía se tiene que hacer".

Este veterano de la natación sigue entrenando "pese a los problemas que hay con la situación que tenemos en Lepanto. El problema principal es que no podemos trabajar a largo plazo, pues no sabemos lo que pasará en un futuro con el uso que tenemos y necesitamos".

Han pasado tantos años desde que arrancó la historia del Natación Córdoba que ha cambiado mucho la natación desde entonces. «Ahora contamos con más información y el contacto con la federación es más rápido gracias a las nuevas tecnologías. Con los nadadores lo tenemos más difícil. Antes, casi todos hacían deporte porque tenían menos alternativas de tiempo libre y ahora cuentan con muchas más. La natación es un deporte que pide echarle muchas horas para destacar y solo algunos optan por sacrificarse», concluye Jesús Merino.