Christopher Steele, un exespía británico, teme por su vida. Steele ex-agente del MI6 -los servicios secretos exteriores del Reino Unido- ha sido identificado por los medios de comunicación como la persona que recopiló el comprometedor dosier sobre las aventuras sexuales de Donald Trump con prostitutas en Rusia. Steele, que trabajó con Alexander Litvinenko, el espía ruso asesinado en Londres por orden del Gobierno de Moscú, sabe lo que le puede ocurrir. Antes de dejar su casa en Surrey, al sur de Inglaterra, pidió a los vecinos que cuidaran del gato. Desde entonces se halla en paradero desconocido.

Steele, de 52 años, un experto en asuntos del Kremlin y en contraterrorismo, es el actual director de Orbis Business Intelligence Ltd, una compañía privada de espionaje. La firma, con base en Londres, la fundó con un socio, otro ex del MI6. En sus tiempos como agente del espionaje, en los 90, Steele trabajó en la embajada británica en Moscú.

De acuerdo con una fuente citada por The Times, Steele habría estado involucrado en asuntos relacionados con Rusia y el MI6 durante casi dos décadas. Maria Litvinenko, viuda del espía, no reconoce el nombre de Steele, pero admite que agentes del MI6 que estuvieron en contacto con su marido utilizan frecuentemente diferentes identidades.

EN LAS PRIMARIAS / De acuerdo con las informaciones difundidas por The New York Times, Steele fue contratado en el 2015, durante las primarias republicanas, para llevar a cabo el encargo de un donante republicano férreo opositor a Trump de hacer un dosier sobre el magnate. La identidad del republicano que encargó el informe, que pidió anonimato a lo largo de todo el proceso, no está clara. Steele tenía buenos contactos en el espionaje ruso, a quienes recurrió, pagando.

El documento de 35 páginas, cuyas alegaciones no es posible verificar, incluye detalles de un encuentro entre Trump con prostitutas en la suite de un lujoso hotel en Moscú en el 2013. En esa época, el magnate había realizado varias visitas a la capital rusa, donde pretendía abrir un hotel.

El informe fue publicado el miércoles por Buzzfeed después de que la cadena de televisión CNN diera cuenta de su existencia, provocando la furia de Trump, quien sostiene que el dosier es «falso». El presidente electo dijo ayer a través de Twitter que el miércoles recibió una llamada del jefe de los servicios de Inteligencia, James Clapper, en la que este le aseguró que el dosier es «falso y ficticio». Esta versión de la conversación no es sin embargo facilitada por el propio Clapper, quien informó haber hablado con Trump para expresarle su «consternación» sobre las filtraciones del informe y para asegurarle que los servicios secretos no están detrás de esta filtración, como insinúa el magnate, en guerra abierta con las agencias de espionaje.

Según los detalles que va desgranando la prensa estadounidense sobre el escándalo, el encargo del dosier del donante republicano fue hecho a la empresa Fusion GPS, liderada por Glenn Simpson, antiguo periodista de The Wall Street Journal conocido por su tenaz reporterismo. En otras elecciones presidenciales, la firma ha sido contratada, en ocasiones, por los diferentes candidatos o donantes para conocer los puntos débiles de sus rivales. Fue Simpson quien, tras recibir el encargo, contrató a su vez los servicios del exespía británico, según The New York Times.

LOS DEMÓCRATAS SE SUMARON / El mismo periódico relata que, cuando la nominación de Trump como candidato republicano ya era irreversible, el donante que pagaba el espionaje retiró su financiación y fue entonces cuando alguien del Partido Demócrata se convirtió en el nuevo cliente, interesado en profundizar en las andanzas de su rival.

El hotel Ritz Carlton, donde, presuntamente, Trump tuvo sus escarceos sexuales, es probablemente el más lujoso de Moscú. Abierto en el 2007, ocupa un lugar central en la capital rusa, junto a las murallas del Kremlin y a los accesos a la plaza Roja. Una habitación normal puede costar 1.000 dólares la noche, mientras que la suite presidencial que habría ocupado Donald Trump, con 240 metros cuadrados, muebles de estilo imperial ruso y vistas sobre los lugares icónicos de Moscú, cuesta la friolera de 12.000 euros la noche. La dirección del establecimiento se ha negado a confirmar o desmentir la supuesta estancia de Trump en el hotel.