El presidente Sebastián Piñera convocó a los chilenos a alcanzar un acuerdo amplio que incluye la redacción de una nueva Carta Magna con el propósito de apagar el incendio social que a lo largo del martes tuvo otro alto pico de intensidad. "La grave situación que vive nuestro país desde hace ya cuatro semanas exige, y con urgencia, dejar de lado todas las pequeñeces, y actuar con la grandeza y el patriotismo que las circunstancias nos exigen, para poder completar estos tres grandes acuerdos", dijo el mandatario por la noche al hablarle a los ciudadanos.

Piñera aspira a consensuar con la oposición una agenda "por la paz" que "permita condenar de forma categórica una violencia que nos ha causado mucho daño y que se condene a quienes directa o indirectamente la impulsan o toleran". El tercer pilar de su propuesta es un "acuerdo por la justicia" para "poder impulsar una robusta agenda social que permita avanzar hacia un Chile más justo y con mayor igualdad de oportunidades".

El magnate, cuya popularidad se encuentra por el suelo, ha recogido uno de los reclamos que brotan de las calles: terminar con la Constitución elaborada en 1980 bajo la dictadura del general Augusto Pinochet. Si bien ese texto fue sometido a varias reformas, su matriz neoliberal quedó inalterable y es el aspecto más cuestionado por las multidudes en sus consignas. Piñera llamó a los chilenos a diseñar una nueva institucionalidad de manera "participativa" para que los ciudadanos tengan la última palabra" a través de una consulta popular.

El mensaje no convenció a los analistas. Para el portal El Mostrador se trató de un discurso improvisado y ofreció pocas certezas sobre los modos de normalizar el país. Piñera ha hablado con sus antecesores en el cargo, Michelle Bachelet, Ricardo Lagos y Eduardo Frei, pero sabe que la responsabilidad de salir de la crisis es ante todo personal. Su alocución nocturna combinó las ofertas a la sociedad con un anuncio que presagia mayor dureza represiva en las calles: la reintegración de los policías militarizados (Carabineros) y agentes de seguridad que se retiraron para redoblar el control de las ciudades. El Estado tiene por primera vez la sensación de que está siendo desbordado por la intensidad y constancia de las movilizaciones.

"Esta situación tiene que terminar, y tiene que terminar ahora, y debemos tomar plena conciencia de que eso depende del esfuerzo y compromiso que pongamos cada uno de nosotros. Todas las fuerzas políticas y todas las organizaciones sociales, tenemos que hoy unirnos en torno a estos tres grandes urgentes y necesarios acuerdos nacionales", dijo pocas horas después de que las avenidas principales de Santiago, Temuco, Concepción y Viña del Mar estuvieran tomadas por manifestantes en el marco de la huelga convocada por la Mesa de Unidad Social. Se registraron numerosos episodios de violencia e incluso ataques instalaciones públicas y privadas llevados a cabo por grupos minoritarios. Fue además incendiada una iglesia. La embajada argentina en la capital chilena fue blanco de una nueva incursión de encapuchados.

El peso cae a mínimos históricos

Los efectos del estallido social empiezan a dejar su marca en la economía. El peso chileno ha alcanzado mínimos históricos, ubicándose en los 781 unidades por dólar. El desplome de una moneda cuya apreciación era orgullo de las autoridadas, ha motivado la intervención "verbal" del Banco Central, que a través de un comunicado defendió la solvencia del sistema financiero chileno y anunció que tiene las herramientas para actuar para normalizar la situación.

Por otro lado, la Encuesta de Expectativas Económicas del Banco Central ajustó a la baja el crecimiento del país y lo situó en 1,9 % para este año y en 2,3 % para 2020, frente a la anterior estimación de un crecimiento de 2,5 % para este año y de entre 3 % y 3,5 % para el próximo. La Bolsa de Santiago tomó nota de esta novedad y cerró el martes con una caída de en torno a 1,70 %.