Juan Guaidó convocó el pasado viernes a los venezolanos a rodear los cuarteles y persuadir a los militares de sumarse al cambio político que cuenta con el respaldo de Estados Unidos y unos 50 gobiernos. El llamamiento del «presidente encargado» no tuvo éxito. Muy pocas personas fueron a las bases con la proclama en la que se pide a los uniformados acogerse en la ley de amnistía del Congreso opositor y darle la espalda a Nicolás Maduro.

«Les fuimos a decir que se coloquen del lado correcto de la historia», señaló el diputado Wiston Flores. En algunos casos, un piquete de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) no los dejó llegar hasta las instalaciones. En otros, el documento fue quemado delante de los ojos de los manifestantes. «Defiendan la Constitución», gritó una señora al cordón policial que le impedía acercarse a la comandancia de la Armada y giró sobre sus pasos con desaliento. El conflicto político venezolano arroja la curiosidad de que el antichavismo reivindica tácticamente la Carta Magna escrita a imagen y semejanza de Hugo Chávez y sus herederos políticos han instalado una Asamblea Constituyente para reformar el texto fundamental de este país.

Guaidó le había pedido a los militares que «contrasten la respuesta del pueblo» con la de «los que se encierran y se esconden en cuatro paredes». A su vez aseguró que Maduro somete a su alto mando a pruebas de polígrafos para saber quién le miente. Mientras las deshilachadas columnas opositoras se preparaban para ir a los cuarteles, Maduro se hizo presente en el estado de Cojedes para supervisar un ejercicio de cadetes de la Universidad Militar Bolivariana. La televisión estatal interrumpió sus transmisiones para darle la palabra al «presidente obrero», como le gusta llamarse. «Un puñado de traidores que se venden a los intereses de los Estados Unidos no manchará el honor militar. Nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está profundamente comprometida con la protección del pueblo y la defensa de la soberanía nacional; es una ins-