Las negociaciones del brexit no han arrancado todavía oficialmente -lo harán en mayo una vez aprobado el mandato negociador- pero el virulento ataque del que fuera líder de los tories británicos Michael Howard sugiriendo que el Gobierno de Theresa May actuará con Gibraltar como lo hizo el de Margaret Thatcher con las Islas Malvinas ha generado estupor e intranquilidad en Bruselas. Aunque Londres ha descartado el uso de la fuerza para proteger al Peñón y su ministro principal, Fabian Picardo, alegó que el conservador británico hablaba en sentido figurado, la UE pidió rápidamente calma y rebajar la escalada dialéctica.

Ni el brexit ni el borrador de estrategia negociadora diseñada por el presidente de la UE, Donald Tusk, distribuido el viernes entre las 27 capitales europeas, se debatieron ayer en la reunión de ministros de exteriores de la UE. Pero fueron varios los cancilleres que admitieron que Gibraltar será un escollo importante en el difícil proceso negociador. «Mantengamos la frialdad, sigamos adelante y no utilicemos un lenguaje demasiado duro. Dejen negociar. Creo que es lo más importante», indicó el titular holandés de Exteriores Bert Koenders.

Su colega astríaco, Sebastian Kurz, reconoció que se trata de otro punto que da idea de «lo difícil» que será encontrar una solución adecuada a las negociaciones del brexit. «También tendrá que ser resuelto, lo mismo que la situación de los ciudadanos europeos o la de los británicos en la UE a 27», añadió.

El ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, cenó el domingo con el negociador británico para el brexit, David Davis y ayer se mostró sorprendido por el tono que había adquirido el debate. «Alguien en Reino Unido está perdiendo los nervios y no hay ninguna base para ello», indicó en un desayuno informativo organizado por el Foro Cinco Días en el que ironizó -sobre la pérdida de la tradicional «flema británica». El Gobierno de Theresa May mientras siguió cerrando filas con Gibraltar: «La soberanía de Gibraltar no ha cambiado y no va a cambiar. No es concebible que cambie sin el expreso consentimiento de los gibraltareños y el Reino Unido», zanjó Boris Johnson.

El viernes, 48 horas después de que Theresa May activara el artículo 50 del Tratado que pone en marcha el proceso de desconexión, Tusk repartió entre los 27 Estados miembros un documento de 9 páginas -seis de sustancia- en el que por primera vez la UE recoge negro sobre blanco la postura del Gobierno de Mariano Rajoy. El texto establece que «una vez que Reino Unido abandone la Union ningún acuerdo se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre el Reino de España y Reino Unido». Dicho de otro modo, Madrid tendrá derecho de veto sobre la aplicación en el Peñón del futuro acuerdo comercial que negocien Londres y Bruselas.

Las reacciones no se hicieron esperar y alcanzaron su punto álgido el domingo cuando Howard, que lideró el partido entre el 2003 y el 2005 y fue miembro del Gobierno en los 89 y 90, sugirió una posible respuesta militar. «Hace 35 años que otra ministra hizo cruzar medio mundo a una fuerza militar para defender la libertad de otro pequeño grupo de británicos contra un país hispanohablante (Argentina). Estoy absolutamente seguro de que nuestra primera ministra actual exhibirá la misma resolución a la hora de defender a nuestra gente en Gibraltar», dijo en la cadena Sky televisión.

«UN MATÓN» / Tanto liberales y laboristas arremetieron contra el tono belicista del ala dura de los conservadores pero en Gibraltar tampoco rebajan el tono. «El señor Tusk, muy dado a utilizar analogías del divorcio y de la petición de divorcio, se está comportando como un marido cornudo que se está llevando a los niños», criticó su ministro principal, Fabian Picardo, en una entrevista con Reuters. Según Picardo, la UE está permitiendo a España comportarse «como un matón» e intimidar al Peñón.

Aunque el documento debe todavía ser refrendado por los 27 líderes de la UE el 29 de abril en una cumbre extraordinaria, la Comisión Europea cerró filas con Tusk y asumió la claúsula que otorga derecho de veto a España. «El borrador de directrices tiene el apoyo pleno e inequívoco del presidente de la Comisión y de Michel Barnier (el negociador). Apoyamos la 100% las directrices políticas», aseguró el portavoz de Jean-Claude Juncker. Mientras, el Gobierno español se esfuerza estos días por alejarse de las políticas y argumentos exhibidos por el anterior ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que llegó a decir que que la bandera de España ondearía en el Peñón «mucho antes» de lo que Fabian Picardo, ministro principal, creía. Un diálogo, siempre belicoso con el representante de los llanitos, que ahora se intenta evitar, aunque no siempre es fácil.

Para empezar, el Ejecutivo ha borrado de sus declaraciones la palabra cosoberanía, un término que levanta ampollas entre los gibraltareños y que fuentes gubernamentales señalan que deberá abordarse en una segunda fase. Plantar la bandera de España ya no es una prioridad para el Gobierno de Mariano Rajoy. El PP y el Gobierno han celebrado reuniones en Estrasburgo, Bruselas y Madrid con el PSOE y Ciudadanos para mantener una posición común ante este desafío que presenta el brexit. Esa alianza, sobre todo con los socialistas, ha sido clave en Bruselas, donde el Gobierno, y también en este caso sus aliados políticos internos, se han podido apuntar el tanto de que la Unión Europea haya asumido las tesis de España sobre Gibraltar y haya dado a la Moncloa el poder de veto sobre cualquier decisión que afecte al Peñón.