El partido final por la presidencia del Eurogrupo, este lunes 4 de diciembre, se lo jugarán cuatro protagonistas: el portugués Mario Centeno, el eslovaco Peter Kazimir, la letona Dana Reizniece-Ozola y el luxemburgués Pierre Gramegna. No ha habido sorpresas de última hora. Estos cuatro ministros de finanzas han decidido dar un paso al frente y postularse oficialmente a sustituir desde mediados de enero en el cargo al holandés Jeroen Dijsselbloem.

Centeno, Kazimir, Reizniece-Ozola y Gramegna han cumplido con el trámite requerido, según ha confirmado el Consejo, y han enviado por correo electrónico este jueves la carta de motivación en la que expresan su interés por el puesto. El lunes, durante la reunión que celebrarán los 19 ministros de finanzas de la zona euro, deberán confirmar su interés y presentar sus prioridades de trabajo para los próximos dos años y medio.

Si ningún candidato recibe al final de la primera ronda de votación al menos 10 votos -una mayoría simple- cada aspirante será informado de los apoyos recibidos individualmente. Si alguno considera que no tiene opciones podrá descolgarse de la carrera. El primero que reciba los 10 votos, en un proceso secreto, será el elegido/a para ocupar la presidencia de este influyente órgano que la Comisión Europea aspira a convertir en un futuro en permanente y a fusionarlo con el de comisario de asuntos económicos.

El PPE se descuelga de la pelea

El Partido Popular Europeo, a cuya familia política ya pertenecen el presidente de la Comisión Europea (Jean-Claude Juncker), el del Parlamento Europeo (Antonio Tajani) y del Consejo Europeo (Donald Tusk), ha optado en esta ocasión por no presentar ningún candidato para evitar abrir una nueva guerra con los socialistas por el equilibrio en los altos cargos de la UE. Es más, aunque en los últimos días y ante la falta de un favorito claro al puesto había resurgido el nombre de Luis de Guindos, el ministro español, que ya compitió con Dijsselbloem y perdió en 2015, ha vuelto a autoexcluirse de la pelea.

“Siempre lo he dicho. No soy candidato”, ha repetido este jueves en Madrid, reiterando que el objetivo de España es regresar al consejo de gobierno del Banco Central Europeo y hacerse con la vicepresidencia que quedará libre en mayo de 2018. “Estoy seguro de que será para un español o española”, ha añadido sin aclarar si será él mismo quien se postulará a un puesto para el que no todos en Bruselas creen tiene el mejor perfil.

Los cuatro candidatos

Quién si estará y parte como gran favorito es su colega Mario Centeno (Portugal, 1966), a quien el alemán Wolfgang Schäuble definió en su día como el' Ronaldo del Eurogrupo' por hacer realidad el milagro de sacar a su país del procedimiento de déficit excesivo y enderezar la situación económica de Portugal. Centeno, un economista independiente y ministro de economía del Gobierno socialista de Antonio Costa desde noviembre de 2015, cuenta entre sus apoyos con España. En su contra jugará su inexperiencia política.

Justo lo que no le falta al eslovaco Peter Kazimir (Eslovaquia, 1968) el otro socialista que competirá por el puesto. Un ministro que no goza de tantas simpatías dentro de su familia política pero que se ha ganado el apoyo de muchos gobiernos conservadores predicando austeridad. “Veo a la Eurozona como un motor de la integración europea. La diversidad es nuestra fuerza. Somos una comunidad y mi ambición es integrar a los que están dentro y fuera del euro, construir puentes”, ha proclamado.

Los otros dos aspirantes al puesto son el liberal luxemburgués, Pierre Gramegna, y la letona Dana Reizniece-Ozola cuya formación también forma parte de los liberales en la Eurocámara. Gramegna (Luxemburgo, 1958), el último en confirmar su candidatura, es quizás el ministro que menos peros suscita. Procede de un país pequeño y su nombre no desagrada ni al norte ni al sur pero su elección daría demasiado poder y visibilidad al Gran Ducado que ya cuenta con Juncker. Por su parte, Reizniece-Ozola (Letonia, 1981), campeona de ajedrez y políglota, aportaría un cierto equilibrio al desequilibrio de género que persiste en los altos cargos europeos pero sus posibilidades de éxito siguen siendo inciertas.