«Los diamantes pueden ser el mejor amigo de una chica, pero las perlas te harán brillar como la luz de la luna. Una mujer necesita tiras y tiras de perlas», decía Coco Chanel, diseñadora que siempre fue consciente de la importancia que tienen las joyas en el estilismo femenino.

Desde la prehistoria, la mujer se ha surtido de diferentes materiales para transformarlos en joyería y así aplicar el concepto de belleza al cuerpo y la ropa.

Además de ser una inversión segura, suma al estilismo exclusividad y distinción. «Las muchachas grandes necesitan diamantes grandes», decía Elizabeth Taylor, gran amante de las joyas que solía lucir piezas propias en sus películas. Wallis Simpson, Maria Callas y Jackelin Kennedy fueron mujeres que también vivieron un romance pasional con las piedras preciosas, las tres lucían piezas extraordinarias.

Una de las míticas joyas de la protagonista de La gata sobre el tejado de zinc fue La Peregirna, una perla de tamaño y forma inusual que le regalo Richard Burton.

La actriz mexicana María Félix, también conocida como La Doña, sentía pasión por las joyas, mucho mejor si eran excéntricas, extravagantes y cuajadas de piedras preciosas. Icono de la época de oro del cine mexicano, María Félix vestía alta costura de Balenciaga, Yves Saint Laurent o Christian Dior entre otros grandes diseñadores y lucía joyas de Cartier. Es muy famoso el collar Serpiente realizado en platino, oro blanco y amarillo, esmeraldas en forma de pera para los ojos y casi 2.500 diamantes de talla brillante. También de Cartier es la gargantilla compuesta por dos cocodrilos con diamantes amarillos talla brillantes y cabujones de esmeralda y de rubí, una pieza que solía utilizar también individualmente como broches.

Wallis Simpson, Maria Callas y Jackeline Kennedy fueron mujeres que también vivieron un romance pasional con las piedras preciosas, las tres lucían piezas extraordinarias.

La reina Isabel II de Inglaterra es una gran coleccionista de joyas, tiene una vasta colección de piezas personales que atesora en una sala especial, una bóveda en Buckingham Palace.

«Si yo fuera una mujer, llevaría el mismo vestido durante un mes y sólo me cambiaría el sombrero y los guantes. Puede que también los zapatos. Aunque en realidad son las joyas las que modifican un atuendo», dice Manolo Blahnik.