A 860 metros de altura, hoy se confunde con la roca. Pegado a la falda de la Sierra Alta, las paredes verticales de este macizo que se extiende desde la Tiñosa de Priego hasta el Torreón del Canuto en Rute, lo protegen por el flanco Sureste, mientras se abren al Norte y Occidente una enorme perspectiva de sierras y colinas campiñeras en un arco comprendiendo tierras de Granada, Málaga y Sevilla. Pero sólo el nombre suena alguna vez entre los naturales de Rute y los escritos de antiguos eruditos cordobeses. Porque lo mismo que su silueta no se presenta tajante, sino confundida con los múltiples pisos rocosos que tanto abundan por aquí, este castillo sin historia se difumina y se pierde entre otras fortalezas, menos importantes pero de más contundente perspectiva paisajística y legendaria». Con estas palabras escritas hace 40 años inicia Juan Bernier su artículo dedicado al «imponente castillo de Rute el Viejo», «ese enigmático asentamiento cuyos restos arquitectónicos merecen el más grande interés» y que sin embargo, como bien dice el arqueólogo y poeta del grupo Cántico, estaba y sigue estando en gran medida abandonado y olvidado, a pesar de ser un patrimonio del pueblo y de la historia de Rute.

Su origen, según Antonio Arjona Castro, está relacionado con la formación del reino nazarita de Granada, ya que fue edificada por los musulmanes en la primera mitad del siglo XIII para defender los accesos al mismo y dar protección a la población rural de la zona. Aunque fue incorporada a territorio cristiano por Fernando III mediante pacto, entre febrero de 1240 y marzo de 1241, a finales de la década de los cincuenta Rute el Viejo vuelve a encontrarse bajo dominio granadino. En 1312 la reconquista el infante Don Pedro, para volver a manos musulmanas entre 1326 y 1341. Fecha esta última en la que Alfonso XI recupera la población, para perderla de nuevo en 1368. Por fin, entre 1432 y 1433, Juan II incorpora definitivamente Rute al territorio cristiano. Debido seguramente al mal estado de conservación de la antigua fortaleza por los continuos ataques de cristianos y musulmanes, a partir de 1435 comienza la repoblación del actual Rute, a la par que se va abandonando la antigua ubicación. Hecho que queda definitivamente consumado en la primera mitad del siglo XVI.

Para acceder a las ruinas de Rute el Viejo si se viene desde Córdoba, lo mejor es, al llegar a Rute, tomar la Ronda de Priego y, cuando alcancemos a la parte alta del pueblo, en un cruce que hay antes de la plaza, tomar a mano izquierda la calle rotulada Carretera de Priego. A la salida del pueblo, a mano derecha, se inicia una pista que conduce a Club de Tenis y al Área Recreativa de Fuente Alta. A un kilómetro de Fuente Alta, continuando por el viejo camino que luego se unirá al cordel de Priego, y a la izquierda del mismo, llegaremos al recinto de Rute el Viejo por el ángulo Sureste, que se nos muestra como el acceso más fácil. Aunque la parte alta del cerro donde se ubica está llena de maleza, lo que dificulta en cierta medida la prospección del lugar, aún se pueden distinguir las diferentes estancias de esta enorme construcción.

Todavía se conservan unos 240 metros de muralla, que le conferían un carácter casi inexpugnable, protegido por numerosas torres, de las que aún persisten dos, de parecida factura al castillo de Zambra, cercana población a la próximamente haremos una visita. El lienzo de muralla que se conserva en la parte suroriental del recinto muestra un magnífico y muy perfecto tallado de los bloques pétreos que lo conforman, mostrando aún las marcas de los canteros. En opinión de Juan Bernier, esta obra debió de corresponder al período fernandino, ya que las firmas de los canteros son parecidas a las que se observan en las iglesias de la Reconquista, y por tanto estos sillares deben corresponder a una modificación cristiana efectuada tras la toma de la ciudad.