Felipe Molina es un ganadero trashumante miembro de la sexta generación familiar. Desde pequeño, primero con su padre y ahora con otros miembros de su familia, traslada las ovejas a zonas en las que hay pastos o rastrojos. Molina finalizará hoy el recorrido iniciado el viernes entre Córdoba y Guadalcázar para conducir a 1.500 ovejas. Este camino hacia la Campiña cordobesa, donde cada vez hay menos cultivos de cereales y más olivos, perpetúa una tradición centenaria.

La jornada comenzó temprano ayer. A las 5 de la mañana empezaron a andar las ovejas desde las ermitas, pasando por el Parque Figueroa, ABB, el Puente de Andalucía y los polígonos de la Torrecilla y Amargacena, para completar un camino de 15 kilómetros que culmina hoy al llegar a una finca donde se han cultivado garbanzos, girasol y quinoa. «Sería más fácil hacerlo en camión, pero así reivindicamos una tradición centenaria, la biodiversidad y la trashumancia», asegura Felipe Molina. Dentro de un par de semanas tiene previsto hacer el mismo trayecto con las otras 1.500 ovejas de su ganadería. De los cerca de 50 ganaderos que hacían trashumancia hace 20 años en Córdoba, hoy quedan solo 4 o 5. «Desde siempre lo he hecho, pero es difícil porque falta mano de obra, requiere tiempo y no se valora lo que estamos haciendo», explica. Felipe Molina reivindica que se cree un distintivo de calidad que reconozca a este tipo de ovejas y la riqueza de su carne, que se proteja esta ganadería extensiva tradicional con pastoreo trashumante.