La larga campaña --precedida de una intensa precampaña e incluso de un clima preelectoral que invade la actualidad política desde hace meses--, deja paso hoy al momento decisivo. Seis millones y medio de andaluces están llamados a las urnas para decidir quiénes regirán la Comunidad Autónoma en los próximos cuatro años. La cita electoral se ha adelantado unos meses, tras la ruptura del acuerdo que permitía gobernar al PSOE con mayoría relativa, y, por las circunstancias derivadas de la moción de censura a Mariano Rajoy y del cambio del Gobierno central del PP por el del PSOE, se están interpretando como una «primera vuelta» de lo que serán las futuras citas electorales de las municipales, europeas y, en función de las decisiones de Pedro Sánchez, de las generales. Esa es la realidad. Nos hubiera gustado una mayor clave andaluza en la campaña, si bien hay que reconocer que la mayor parte de los partidos políticos contendientes --incluso los que en ocasiones han sacado a colación el conflicto catalán o el debate sobre la Constitución Española-- han procurado tener el futuro de Andalucía presente en sus críticas y promesas electorales, y a fin de cuentas Andalucía no es una isla, depende del devenir nacional. Terminada una batalla que, pese a algunos excesos verbales, no ha cruzado en exceso las líneas rojas del respeto entre los candidatos, solo queda hacer una llamada a la participación, para que la voz de Andalucía quede muy clara en la encomienda del futuro Parlamento para la formación del Gobierno de la Junta. Ahora queda esperar los resultados.