Una derrota que duele lo justo cuando se intuye, cuando las circunstancias se alían para ofrecer lo peor de sí mismo, cuando, en definitiva, el guión se tuerce y se vuelve sinuoso por deméritos en una actuación nefasta que ha encontrado cimientos para su formación desde atrás. Porque el Córdoba B escribió su historia en una mítico campo a base de errores y de desgracias, con una mal dibujo y un trabajo defensivo cómico.

Sin sitio, perdidos y con la cabeza en otra parte, fueron los cordobeses un juguete para el UCAM, un bloque que tampoco hizo más que aprovecharse de su endeblez defensiva, de unos errores de bulto, de categorías inferiores. Porque, pese a la salida inicial de los de Romero, el equipo andaluz dejó sensaciones muy negativas. Habían hecho una puesta en escena aseada, ocupando bandas en ataque y presionando a unos murcianos más castigados físicamente por la Copa del Rey. Pero fue poco más que presencia, espacios en el campo rival y alguna jugada aislada para darse a conocer ante Buba. Y cuando se sentían cómodos sobre el césped les llegó el primer sopapo. Una bofetada más anímica que dolorosa. Un error en el despeje de Toscano hacia su propia área golpeó en Javi Gómez, el goleador local que nunca pierde el sitio, para hacer el primero. Poco trabajo local para tanto premio.

Con ventaja al UCAM se bastó de muy poco para sostenerse. Emergió Checa en la contención y Manolo para dar profundidad y ritmo en la creación, donde los laterales hicieron una autopista por las alas visitantes. Precisamente atrás se ofuscaron hasta perderse. Cualquier llegada de los locales parecía asustarles. Recibían ataques a bandadas, y, en vez de aguantarse, se vinieron abajo, como un bloque en una línea sin cimentar. Tal era el desaguisado que Romero quiso dibujar a los suyos con otro pincel con un cambio que les desestabilizó en ataque. Perdió consistencia el centro con la salida de David Alvarez y mantuvo sobre el tapiz a cuatro atrás que merecieron penitencia. Cualquier ataque se magnificaba ante los nervios de los zagueros. Como en el segundo gol. Erró César para dar metros a Tekio que, generoso, regaló el gol a Nono para que fusilara a Jon, tampoco un adalid de la seguridad, sobre todo aérea.

ENESIMO ERROR Podían haber cambiado las cosas en la reanudación, pero el gol de Góngora, en el enésimo error en la marca de los zagueros, terminó por dejar finiquitado el choque. Tarifado este, lo que quedó fue un cúmulo de propósitos. Evitaron llevarse la goleada por la impericia de los atacantes locales que, hasta por cinco veces, fueron incapaces de volver a marcar, sobre todo Titi, un punta del banco, que tuvo en sus botas hasta tres claras oportunidades para aumentar la goleada. Los del Córdoba trataron de jugar algo más arriba con los cambios. Se estiraron, y apuraron metros ante un UCAM que en ningún momento perdió la comodidad. Apenas llegadas sin encontrar remate de un equipo que nunca se encontró. La necesidad de mejoría marca, en adelante, a un equipo que mostró unas lagunas defensivas tremendas para la categoría y que careció de timón. Romero también tuvo culpa. No halló la tecla para dar un giro a un equipo roto desde el primer gol local y no acertando con unos cambios que descompusieron el centro del campo. Su defensa, tampoco le ayudó. Mejor pensar ya en La Hoya.