En una de sus acepciones, el diccionario de la RAE define medular como lo «que es fundamental y constituye la base, soporte y parte esencial de la cosa que se expresa». En la siguiente acepción detalla que es la zona «que está entre la defensa y la delantera». Y para el Córdoba CF se está convirtiendo de vital importancia que ambas acepciones vayan más de la mano que nunca. Es más, deberían ir mezcladas tras ver el planteamiento, juego, resultados y nivel mostrado por los adversarios en estas primeras cuatro jornadas de Liga. Principalmente, porque son una primera base con la que afrontar las siguientes, en las que el conjunto blanquiverde ha de ir creciendo paulatinamente. Si en las tres primas jornadas había algunos asteriscos al propio equipo, el pasado domingo éste dio un paso atrás, aunque visto lo visto habría que ponerlo más, quizás, en el debe del entrenador que en el del propio equipo.

No deja de ser llamativo que tanto contra el Recreativo Granada, como con el Villarrubia de los Ojos, el Real Murcia y el Yeclano, los hombres más destacados de los adversarios fueran, principalmente, los jugadores pegados a las líneas y algún que otro que jugaba entre la medular y la defensa blanquiverde. Es decir, generalmente, los hombres del centro del campo de los rivales fueron los que más destacaron.

Caio, Isma o Viera del filial nazarí, Copete o Dieguito por los manchegos, Marcos Legaz o Peque por los pimentoneros o Álex Vaquero o Íñigo por los yeclanos dejaron a las claras que el Córdoba CF tiene un problema en los carrileros, pero principalmente en la medular. Y no es un problema de trabajo sin balón: Imanol, Flores, González... han demostrado compromiso y trabajo a partes iguales, pero todos los adversarios, hasta ahora, han jugado con cuatro y hasta con cinco jugadores en el centro del campo. El Córdoba CF, por su parte, ha jugado generalmente con tres y uno de ellos, el mediocentro defensivo, mirando constantemente el retrovisor para salir en ayuda urgente a sus centrales.

Tampoco deja de ser llamativo que las dos titularidades de las que ha disfrutado José Antonio González, un hombre con un perfil más de calidad y toque que de esfuerzo o trabajo hayan sido en campos tan poco dados para mostrarlas como el Municipal de Villarrubia o La Constitución. Y en este último, además, con Chus Herrero actuando como pivote, en ocasiones, y como cuarto central, en otras.

En cualquier caso, a Enrique Martín se le presenta en el horizonte una duda a resolver, más allá del contratiempo coyuntural actual que puede estar motivados por muchos factores: la baja de Fidel Escobar, el estar pendiente -como reconoció- más del rival que de su propio equipo, una lista larguísima de nuevas caras a las que hay que conjuntar y un sistema a implantar. Pero en no pocas semanas deberá resolver una cuestión que va a aparecer más tarde o temprano. Con tres centrales, dos carrileros y un mediocentro defensivo, que junto al portero suman siete hombres preparados para el sistema defensivo, ¿no es momento de probar con dos volantes o interiores del perfil de Javi Flores y José Antonio González jugando juntos? El de Fátima ha demostrado ya suficientemente su compromiso con el trabajo sin balón y el pontano está ante una oportunidad que no dejaría escapar, sobre todo en campos como El Arcángel. Con un plus añadido de más: la posibilidad de dar pausa al equipo desde la posesión del balón. En este Córdoba CF que siempre se ha movido a los extremos se ha pasado en los últimos años -con alguna excepción- de sobar el balón por el simple hecho de sobarlo, sin ningún tipo de intención, a no querer ni verlo. De un equipo y plantilla plagada de centrocampistas de toque, medias puntas y jugadores que no se sabía muy bien de qué jugaban a contemplar un centro del campo con un central (Chus Herrero) un centrocampista mixto (en el mejor de los casos) como Imanol y González. Quizás la medular necesite de una mayor atención. También por parte de los adversarios.