Acudí a ver esta película en plena fiesta del cine, temiendo colas y llenos. Sin embargo, ningún problema encontré a la hora de acceder a sala ni tampoco la afluencia de público impidió una buena localización. Y eso que el título elegido no era precisamente minoritario, pues las comedias españolas tienen cada vez más tirón en taquilla. Mi querida cofradía es la segunda cinta que llega a los cines de nuestra ciudad procedente del recientemente celebrado Festival de Cine en Español de Málaga, después de Las leyes de la termodinámica (Mateo Gil). En este caso, estamos ante la ópera prima de Marta Díaz De Lope Díaz, que previamente había dirigido cortos (Y otro año, perdices y Los pestiños de mamá) así como un largo colectivo (Los inocentes). Directora nacida en Ronda (lugar donde se sitúa el filme) y procedente de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, aunque no lo parezca, ya que el estilo que suele impregnar a los titulados de este centro es otro, por lo general.

Entre risas, arrancadas al espectador gracias a un guión que funciona muy bien, la directora, y también coguionista (junto a Zebina Guerra), ha priorizado la escritura del texto repleto de golpes cómicos y situaciones de enredo, junto a las interpretaciones de sus protagonistas y un buen número de actores secundarios de gran calidad (cosa que premió el festival, pues Carmen Flores, que está estupenda en el papel de la vecina, se llevó la Biznaga a la mejor actriz de reparto, aunque también están muy bien los demás: Juan Gea, Pepa Aniorte, Rocío Molina, Manuel Morón, Joaquín Núñez, Rosario Pardo, los cordobeses José Chaves y Andrés Berlanga…). El argumento arranca con Carmen (Gloria Muñoz), que se ve como presidenta de la cofradía de su pueblo ante su oponente: todo un señorito andaluz. Se lleva el gran chasco cuando pierde las elecciones y no soportará verse como perdedora. En apariencia, así comienza esta comedia donde no falta el diazepam, las torrijas y el empoderamiento de la mujer.