El aumento en el número de funerales en las últimas semanas también se ha notado en la iglesia de San Lorenzo, pero echando la vista atrás, lo que más llama la atención de su párroco es que durante los tres meses del confinamiento solo una familia solicitó un responso en el cementerio. «Creo que hubo un momento de confusión y las funerarias, quizá por un exceso de celo, por prudencia, no explicaron bien todos los servicios a disposición de las familias», señala Rafael Rabasco.

"Espero que no se repita"

El sacerdote recuerda aquel último adiós en el cementerio, donde solo podían acompañar al finado dos familiares, como un momento muy duro. En treinta años de ministerio, Rabasco no recuerda un periodo tan difícil. «Porque todos sabemos lo que significa la pérdida de un ser querido, y tener cerca en ese momento a la Iglesia suaviza mucho, porque para nosotros la fe es un resorte muy fuerte, por eso espero que no se repita».

También el párroco de Cristo Rey cuenta con varias experiencias de lo que significó para muchas familias perder a alguien en unos meses en que la situación impedía despedirlos con normalidad. «Al menos en dos ocasiones fui al tanatorio. Eran velatorios con muy pocas personas», recuerda José Ángel Moraño. «En general me encontré con mucha resignación, las familias lo entendían y aceptaban la situación, lo que no restaba dolor a los momentos por los que estaban pasando», añade el párroco de Cristo Rey.