Zuheros emerge entre la Subbética como un desafío a la naturaleza. Sus casas se agolpan entre riscos que elevan sus formas caprichosas hacia lo más alto. La armonía entre pasado y presente ya se percibe desde mucho antes de adentrarse en el ascendente laberinto de limpias calles, que en algunos puntos son como lienzos níveos que sólo la policromía de las flores se atreve a manchar. Allí despierta cada mañana desde hace siglos su castillo, el auténtico señor de este paraíso rocoso. La alcazaba se muestra descaradamente bella e indisolublemente unida al abrupto lecho en el que fue concebida. La fuerza de los años no ha podido quebrar esta alianza.

El castillo es de origen musulmán, al igual que la población que se encarama a su sombra. Al parecer todo empezó cuando un grupo de soldados pobló los alrededores de unas fortalezas, denominadas sujayras, edificadas en las rocas más escarpadas. Una de ellas pudo ser el primitivo castillo, que hay quien piensa que fue demolido y reconstruido posteriormente en el siglo XII.

BAJOMEDIEVAL CRISTIANO

Sin embargo, todo indica que lo que queda del actual recinto amurallado de Zuheros es de época bajomedieval cristiana, ya que comenzó a levantarse a mediados del siglo XIII, tras la conquista de la villa por Fernando III entre 1240 y 1241. En ese momento fue puesta bajo jurisdicción señorial junto a una aldea que crecía en torno a la vecina atalaya de Zuheret --conocida también como Allende--, considerada como el auténtico germen de Zuheros. Una leyenda cuenta que los dos castillos estuvieron unidos por un puente elevado. El monarca donó ambos núcleos a su esposa, Juana de Ponthieu, que se los entregó a la orden de Calatrava en 1252. A finales de ese siglo desapareció Zuheret y sus moradores buscaron cobijo en el entorno del castillo de Zuheros, que en 1293 cayó bajo el dominio de la ciudad cordobesa.

El recinto se fortaleció durante la primera mitad del siglo XIV y después volvió al abrigo señorial. A mediados del siglo XV fue a parar a manos del linaje del Alcaide de los Donceles. En 1470 entró en el mayorazgo de Alfonso Fernández de Córdoba, que participó en la batalla de Lucena, en la que se capturó a Boabdil en 1483. Los marqueses de Algarinejo lo adquirieron en el siglo XVIII.

PALACIO RENACENTISTA

La actuación que cambió definitivamente su imagen tuvo lugar en el siglo XVI cuando uno de los señores de Zuheros, concretamente Juan de Córdoba, mandó construir un palacio residencial de estilo grecorromano que fue abandonado poco después, por lo que en el siglo XVIII el olvido lo convirtió en una cantera de la que se obtenían materiales para la edificación de las viviendas que proliferaban a su alrededor. El recinto fue perdiendo sus murallas a medida que la población crecía. El señorío de Zuheros