Han pasado dos años y se han hecho cuatro batidas para encontrar a Rafael Muriel, sin resultado alguno, ni una pista para encontrar a este vecino de Adamuz, de 58 años, que desapareció el 1 de septiembre del 2016 en el entorno del hospital de Los Morales, a donde acudió para que lo ingresaran, porque llevaba diez días sin medicación para su esquizofrenia «y eso lo tenía trastornado», explica su hermano Juan. Desde entonces se pierde su rastro y las cuatro batidas que se han realizado a iniciativa de la familia y con unos pocos voluntarios no han dado ningún resultado. El juez ha archivado el caso, según Juan Muriel, aunque la Policía mantiene abierta la investigación, «pero no nos dan noticias» y cuando «llamamos para preguntar nos dicen que para qué llamamos, que nosotros tranquilos, y cómo vamos a estar tranquilos....»

Juan Muriel señala que están pensando organizar otra batida en los próximos meses, pese a que sus llamamientos no consiguen muchos voluntarios del pueblo, «aunque te preguntan mucho por la calle». Según él, habría una posible vía de investigación, pero presenta dificultades por tratarse de una enfermedad mental. Y es, por ejemplo, que «no le han preguntado a sus compañeros del hospital, porque se necesitan permisos psiquiátricos y de las familias, ni tampoco a la joven con la que estuvo viviendo unos días antes de su desaparición, porque el padre se niega, ya que está en tratamiento».

Rafael vestía pantalón vaquero azul y camiseta de manga corta con rayas de diferentes colores el día de su desaparición. Se le ha buscado por el entorno de Los Morales, en Córdoba capital, por la carretera de Adamuz a Villafranca, y la última batida, que fue en noviembre del 2017, se desarrolló en torno a la presa de El Salto, en Pedro Abad, y a unos 20 kilómetros a la redonda, tanto por helicóptero como por el río Guadalquivir y a pie, con la unidad canina de la Policía Nacional, llegada directamente de Madrid. Sus cuentas bancarias no se mueven y no hay rastro de él.