El joven guardia civil lucentino Rafael Ramírez, que salvó la vida a un bebé de 18 meses a principios de este verano, ha contado la historia que devolvió la vida al niño Izan en el pueblo mallorquín de Calviá. Rafael Ramírez, originario del barrio del Valle, se casó con otra lucentina y su destino les llevó a este pueblo balear hace siete años.

Allí ha sido protagonista de un hecho que «no podré olvidar en mi vida», afirma. Llamado por la responsabilidad y el espíritu de servicio, estando de descanso, salía el 28 de junio con su mujer a dar un paseo «cuando observé desde mi vehículo que un joven pedía ayuda desesperadamente, y lo seguí hasta la entrada del centro de salud del barrio de Son Rullán, que se encontraba cerrado, y al cual aporreaba la puerta de manera desesperada mientras exclamaba que su hijo se moría». Comenta que, al ver al niño «sin síntomas de vida», lo cogió en sus brazos, lo puso en el suelo y comenzó a realizarle la reanimación, con los dedos en la boca y el masaje cardíaco, «y tras tres minutos, el niño recuperó la respiración y el llanto». Al recordar ese momento, Rafael Ramírez aún retiene aquellos momentos de angustia y desesperación de la familia del niño Izan. «Cada vez que tengo que contarlo me emociono», insiste. Y más ahora, cuando acaba de saber que será padre en unos meses.

Rafael Ramírez ingresó en la Academia de la Guardia Civil de Baeza en el 2009 y, aunque no da mérito a su actuación, su conducta merece el reconocimiento social. Comenta que desde el Ayuntamiento Lucena, el concejal de Seguridad, Francisco Adame, «me ha enviado su felicitación y reconocimiento en nombre de la Corporación».