El político cordobés José Antonio Nieto analiza la situación de Cataluña con el prisma de quien fue secretario de Estado de Seguridad en el Gobierno de Mariano Rajoy cuando se celebró el referéndum del 1-O. El parlamentario andaluz, que participó ayer en la Interparlamentaria que el PP celebró en Alicante, habla también de los otros temas de la semana: la exhumación de Franco --que no siguió-- y los presupuestos andaluces, con el horizonte electoral inminente: «Me temo que el 10-N va a salir un resultado difícil de gestionar», dice.

-Del 28 de septiembre al 3 de octubre del 2017 fue el máximo jefe del operativo policial, ¿qué aprendió que no supiera antes del conflicto catalán bajo esa óptica?

-En ese momento, me centré, más que en el conflicto catalán, en que desde el punto vista de la seguridad del Estado se hiciesen las cosas de manera correcta. Había una orden judicial, que emanaba del Tribunal Constitucional y que concretaba un auto del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y que luego se recogió en un auto de la magistrada Armas, también del TSJC. Esa era mi preocupación. Cuando piensas con la óptica que lo hace un policía o un guardia civil no te planteas la oportunidad de las cosas, o si se parecen o no a tu ideología. Solo piensas en que tienes que cumplir la ley. Ese fue mi objetivo.

-Entonces, ¿qué vivió colateralmente en aquellos días?

-La realidad de una sociedad dividida, en la que hay una institución, la Generalitat, que debería ser de todos los catalanes, pero está volcada en impulsar el proyecto político de una parte de Cataluña --no sé de qué porcentaje-- contra la otra parte de Cataluña, además de contra el resto de España. Es una patología sistémica de nuestro modelo de Estado. Como cuando en un organismo tu propio sistema inmunológico se altera y te provoca una enfermedad. Eso es lo que ocurre aquí: una parte del Estado, que se llama Generalitat, ha decidido ser la principal patología del conjunto del Estado español. Está provocando gravísimas tensiones en el seno de la sociedad catalana, que está afectando a familias, donde no se hablan unos a otros. Los catalanes están en una espiral de enfrentamiento y choque y en algunos casos de odio preocupante. Ojalá seamos capaces de resolverlo.

-¿Cómo?

-Desde la ley, desde las normas que rigen la convivencia y no desde la manera de inventarnos fórmulas para saltarnos la ley. Eso nos lleva a un punto sin retorno, que es lo que busca el independentismo catalán.

-¿Hasta cuándo cree que durará esta espiral de violencia?

-Creo que de aquí a las elecciones no vamos a volver a ver noches de kale borroka como las de la semana pasada después de conocer la sentencia del Tribunal Supremo. Al independentismo ya no le convienen esos altercados, y hasta el 10-N no los volveremos a ver. En función de cómo sea el resultado, lo volverán a utilizar. Lo que demuestra que no son altercados espontáneos, de indocumentados que no responden a nadie, sino que está perfectamente orquestado, dirigido y responde a una estrategia más amplia que todos sabemos quién controla. El Estado es lento pero debe ser implacable, y eso es lo que hace que todos al final respetemos las normas. En España no tenemos solo un problema con Cataluña, hay otras comunidades que también han establecido históricamente esa dificultad, y lo que tenemos que hacer es seguir profundizando en la Constitución y fortaleciéndola.

-¿Le ha parecido adecuada la actuación policial de estos días?

-Sí, la actuación policial es siempre un reflejo de la realidad que se encuentran y de las órdenes que reciben. En este caso, a la Policía y a los Mossos (a la Guardia Civil no se le ha dejado actuar) se le dio la orden de contener las revueltas, y se han encontrado con unas condiciones muy extremas, al límite, con una agresividad muy fuerte y próxima a ataques violentos. Eso se ha sabido contener bien porque tenemos muy buenos profesionales. Pero no podemos tentar a la suerte siempre: hemos tenido muchos policías heridos y uno muy grave. No podemos esperar que por esa contención que se les exige, algún día tengamos un policía muerto. Me parecía muy triste llegar a ese extremo. La Policía y los Mossos de Escuadra ya se preocupan de que al revés tampoco pase.

-En su declaración ante el TS dijo que los Mossos actuaron con tibieza el 1-O. ¿Qué ha cambiado en este año para que ahora el ‘president’ Torra cargue contra ellos y quiera investigarlos?

-Han cambiado muchas cosas: el mayor de los Mossos ya no es Trapero; el director de Seguridad de los Mossos; el consejero de Seguridad, y el que había está en la cárcel con una sentencia muy fuerte; ha cambiado el presidente de la Generalitat, y el que había está en búsqueda y captura... Todo eso hace que a los Mossos no se les intente imponer nada desde lo político. Yo he estado al frente de ese cuerpo siete meses, después de aplicar el 155, y han hecho un trabajo ejemplar. Ahora, esto es la respuesta del independentismo a la sentencia del procés, pero yo viví la reacción del independentismo al 155, que no fue menor. Y lo hicimos bien, fundamentalmente con el trabajo de contención de los Mossos y el apoyo de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Conseguimos que Cataluña recobrara la normalidad. Hace mucho tiempo que los Mossos han demostrado que cuando no se les utiliza ni amordaza desde el poder político son muy buenos profesionales.

-¿Qué ha cambiado del 1-O hasta ahora? ¿Ha cambiado la percepción hacia el independentismo?

-Ha pasado muy poco tiempo, pero ha cambiado algo muy importante: la sensación de impunidad que tenía el independentismo. Creían que podían hacer todo y que el Estado no iba a responder a nada. Decían que la justicia no se iba a atrever a actuar en contra de este movimiento. Pues no ha sido así. El 1-O hubo una actuación policial requerida por la autoridad judicial; después del 1-O muchos líderes políticos independentistas que actuaban de forma irresponsable han perdido la sensación de impunidad. Los que decían que por la vía de los hechos Cataluña iba a lograr la independencia se han equivocado. La sentencia ha condenado a los responsables de unos delitos, y espero que esa condena se cumpla. Eso hace que la Mesa del Parlament no actúe tan alegremente en la aprobación de según qué normas o que el independentismo vaya con pies de plomo porque no pueden incumplir la ley y quedarse tan panchos.

-¿Habría que aplicar, como pide su partido, la ley de seguridad nacional o ya no haría falta?

-Es una norma compartida por la mayoría de países occidentales, que establece situaciones muy concretas para evitar que se produzcan lapsus de seguridad y que en momentos donde la gestión de la seguridad no se pueda llevar a cabo se establezca un mando. En el caso de Cataluña, la ley de seguridad nacional no se tiene que aplicar porque una noche o cinco haya altercados en las calles. Se tiene que aplicar porque los promotores de esos altercados son los responsables de la Generalitat, que tiene delegadas las competencias de seguridad. Como es evidente que hay una connivencia entre esos movimientos independentistas y el Gobierno de Cataluña para evitar que pueda haber un uso, como pasó el 1-O, de una parte de los Mossos, lo sensato es aplicar la ley de seguridad nacional.

-Pere Aragonès, número 2 del Ejecutivo catalán, y Carmen Calvo han abierto la puerta a establecer una mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. ¿Ha llegado el momento de sentarse a hablar?

-Nunca se he dejado de hablar con la Generalitat. Hace falta dejar claro varias cosas: sobre lo que las leyes permiten tenemos la obligación de dialogar permanentemente, y hay una cosa que hemos exigido al PSOE sobre la ordenación territorial del Estado: se habla con todos los responsables de las comunidades en España. Es decir, no puede haber una mesa especial para Cataluña, otra para el País Vasco y luego otra para todos los demás. Ya está bien de que Cataluña y el País Vasco no quieran ir a la mesa donde están todos y exijan el privilegio de hablar sobre lo que ellos quieren y de tú a tú con el Estado.

Si todas las comunidades están de acuerdo en que se avance hacia un nuevo modelo de financiación, respetuoso con el equilibrio territorial, se tiene que debatir en una mesa con los 17 presidentes autonómicos. Eso es lo que espero que haga el próximo presidente. Si es Pablo Casado, estoy seguro de que se va a hacer así, si es otro, ya tengo muchas más dudas.

-¿Qué cree que pasará el 10-N?

-Desgraciadamente tenemos que ir otra vez a las elecciones por un fracaso rotundo de Pedro Sánchez, que no ha sido capaz de conformar una mayoría de gobierno. Creo que le estamos exigiendo demasiada paciencia a los ciudadanos, pidiendo que arreglen lo que no han sido capaces de arreglar los políticos. Me temo que el 10-N va a salir un resultado difícil de gestionar, sobre todo si quien tiene que hacerlo es el que ha demostrado hasta ahora que no tiene esa capacidad para generar mayorías. No ha sido capaz de hacerlo a su izquierda con Unidas Podemos, ni a su derecha, con Cs. Espero que esa situación se rompa si los ciudadanos le dan la confianza a Pablo Casado y que el Gobierno de España salga del bloqueo y se dedique a problemas muy acuciantes que tiene el país, como la financiación de las pensiones, el brexit o la guerra comercial.

-¿Siguió la exhumación?

-No, tuve la suerte de tener pleno en el Parlamento de Andalucía. No vi ni un minuto. Soy uno los españoles sanos, que no siguieron nada de lo que se vio en ningún medio, aunque luego leí la prensa. Me parece respetable que muchas personas consideren importante la exhumación, pero para mí es algo secundario frente a problemas acuciantes. Tenemos que centrarnos en que España tenga futuro, y no centrarnos permanentemente en el pasado.

-¿Pero descansa ya Franco en el sitio correcto?

-Si es el sitio correcto o incorrecto es algo que no podemos fijar, pero si esto sirve para rebajar la tensión, para que dejemos de ocuparnos de algo que empezó hace 90 años, me parece bien. Yo tenía 5 años cuando murió Franco. Si esto sirve para dejar de tener el latiguillo de Franco y para que ya una parte de la política española deje de tener una excusa en el pasado para no querer ver el futuro, bienvenido sea. Esta semana se ha publicado la EPA y tenemos un dato trágico con la vuelta al paro. Eso es lo que me preocupa. El reto de los españoles es pensar qué futuro queremos, no tratar de modificar el pasado, que fue el que fue, nos guste más o menos.

-PP, Cs y Vox han firmado un acuerdo para los presupuestos andaluces de 2020, ¿cómo son esas cuentas para Córdoba?

-Son unas cuentas que dan transparencia, con un 40% del presupuesto provincializado rompemos la intención del PSOE de ocultar la inversión provincial. En Córdoba teníamos un problema añadido: que el PSOE no dejó ningún proyecto en ejecución y los redactados están desfasados o no son sostenibles. Ha habido que invertir mucho dinero para actualizar proyectos como el de la Ronda Norte, la autovía del Olivar o la conexión del Carpio-Torredonjimeno. En un periodo corto de tiempo podremos poner en marcha las inversiones de obra potentes, como la presa de La Colada, cuya red secundaria se lleva prometiendo casi una década. La consejera de Agricultura se ha comprometido esta semana a redactar el proyecto de red secundaria para poner en marcha el plan de regadíos y abastecimiento al ganado en toda la zona norte de Córdoba. Son presupuestos que vuelven a poner a Córdoba en el mapa de Andalucía, con el PSOE desgraciadamente la provincia no aparecía.

-Pues la oposición dice que son demasiado optimistas, recortan derechos sociales y apuntan hacia parte del sector público.

-La oposición está demostrando que los presupuestos son buenos porque todo lo que dicen de ellos son eslóganes de brocha gorda y tópicos. No ha habido ninguna referencia a una partida concreta para justificar lo que están diciendo. Dice el PSOE que son los presupuestos más de derechas que se han hecho en Andalucía. Claro, los ha hecho la mayoría de centro derecha del Parlamento, pero eso no es una crítica. Creo que estos son mejores no porque sean azules o rojos, sino porque se comprometen con los problemas de los ciudadanos y tienen voluntad de fortalecer las políticas sociales. Lo demuestro con hechos: hay 1.960 millones de euros más gastados en Sanidad que el en el último presupuesto socialista; o 900 millones de euros más en Educación, solo hay que irse a las partidas y comprobarlo. Decían que iban a ser los presupuestos que acabaran con la Dependencia, pues tienen 460 millones de euros más. Me siento muy cómodo planteando una defensa de derechos, demostrándolo con números, y no con un dogma que tienes que creer sí o sí.