Desde que nació internet, el copia y pega es una práctica muy extendida que los niños casi aprenden en el colegio. ¿Qué profesor de Primaria no ha recibido un trabajo perfectamente mecanografiado y redactado que, en teoría, es obra de un menor de 12 años? Para defenderse de ese afán plagiador, mucho menos factible en la era preGoogle, hace tiempo que las universidades decidieron dotarse de alguna herramienta que les permitiera confirmar o descartar las sospechas de plagio que pudieran ponérseles sobre la mesa. El objetivo, no dejar pasar gato por liebre.

La Universidad de Córdoba dio ese paso coincidiendo con la llegada a su puesto del actual rector, José Carlos Gómez Villamandos, según el vicerrector de Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones, Juan Antonio Caballero. «Cuando empezó su mandato, en mayo del 2014, me encargó que estudiase un sistema antiplagio para la Universidad», explica. En ese momento, había un par de empresas potentes en el mercado, Urkund entre ellas, pero Turnitin no era muy conocida. Unos meses después, Turnitin absorbió a una de las grandes y la UCO decidió hacer pruebas para instalar su sistema. «A finales del 2015, firmamos el primer acuerdo», recuerda el vicerrector, que asegura que la UCO fue una de las universidades españolas pioneras en poner a disposición de su profesorado y estudiantes una herramienta de estas características, en el curso 2015-16. De todas formas, pasar el test no es obligatorio.

La demanda del sistema no ha sido muy elevada. El curso pasado, solo 146 profesores (un 1% del total) que dieron de alta a casi 300 clases, según Caballero, que aclara que «los profesores pueden poner a un alumno o a 40 en función de lo que necesite».

A lo largo de un curso, se emiten una media de mil informes sobre Trabajos de Fin de Grado (TFG), de los cuales un 10% presentan similitudes en más del 75% del texto. En este sentido, el vicerrector recalca que «el problema de las similitudes es si están bien referidas, si se cita la fuente o no». De ahí que una vez obtenidos los resultados, el profesor deba comprobar en qué consisten esas similitudes. En caso de detectar irregularidades, se puede dar un plazo al alumno para modificar su trabajo. El Turnitin permite poner a prueba cualquier texto. Sin embargo, se emplea muy poco para verificar los Trabajos Fin de Máster o las tesis doctorales. Según Caballero, copiar en una tesis doctoral es muy complicado porque existen muchos filtros, entre ellos, «el director de tesis y o la comisión académica que la evalúa».

Los alumnos también pueden hacer uso del Turnitin, aunque deben solicitarlo a través de un profesor adscrito. El curso no ha hecho más que empezar, pero en la UCO no descartan que, tras la polémica de los másteres, la demanda del servicio aumente.