Como cordobesa, yo es que veo un solar y me echo a temblar. Me imagino que a usted le pasa lo mismo. Me asusto, perdone que le diga, porque en el inconsciente colectivo de esta ciudad, lo del solar se nos ha grabado a sangre y fuego desde que el arquitecto Rem Koolhaas llegó a la antigua capital de Al-Andalus con su maqueta de 11 millones de euros bajo el brazo. ¡Menudo estoconazo nos dio el neerlandés! Y, sí, ahí sigue el solar del Palacio del Sur con los mismos jaramagos, chispa más o menos, para desgracia de todos nosotros. Y en pleno casco. Vamos, como para no acongojarse (¡uy, por poco!).

Y es que un cordobés, sabido es, ve un solar y pueden pasarle dos cosas: que eche una lágrima o que haga un perol. Pues bien, en esa disquisición paisajística estábamos los periodistas el viernes en Rabanales 21, cuando las autoridades (eran muchas, de ahí que no las nombre, pero pueden mirar la foto) visitaron el solar que a finales del 2021 -¡cuidado, los cronogramas los carga el diablo!- debe albergar una incubadora biotecnológica. El nombre, desde luego, merece en sí mismo una tesis, pero el proyecto es una oportunidad para que Córdoba genere empleo de calidad, cualificado y vinculado a la industria de la biomédica, la agroindustria y el medioambiente. Ahí es nada. La incubadora o vivero será una especie de catalizador de la transferencia de conocimiento entre el mundo de la Universidad y la investigación y el de la empresa. ¿Se imaginan que sale?

El alcalde, José María Bellido, y el rector, José Carlos Gómez Villamandos, están convencidos de ello, y animaron a los cordobeses a «ser ambiciosos» en nuestros objetivos de ciudad. Ojalá salga, de verdad, por Córdoba y por Rabanales 21. Precisamente, el presidente de este parque tecnológico, Manuel Pineda, aprovechó la visita a las instalaciones del resto de autoridades para alertar de «las continuas tensiones de tesorería» que sufre su entidad y pedir a las administraciones un mayor compromiso con este proyecto. Dicho en mensaje de whatsapp para que todo el mundo se entere, lo que Pineda quiso decir fue: «Que la Junta de Andalucía nos perdone la deuda (emoticono de manitas rezando)».

Así están las cosas de la Córdoba del medio y el largo plazo, mientras que en el corto, --póngase las gafas del cerca--, estamos de nuevo con Heráclito, en el mismo río en el que entramos y no entramos permanentemente. ¿Que eso qué es? Pues que esta semana hemos vuelto con uno de nuestros grandes hits de ciudad: Caballerizas Reales, que regresa cada año por estas fechas para que entremos y no entremos en el río de su cesión. Resulta ser que la exalcaldesa Isabel Ambrosio y su equipo dejaron un preacuerdo con el Ministerio de Defensa --que debía firmar ya la actual Corporación-- para la cesión de varios inmuebles militares (incluidos Caballerizas, los pabellones de la Ronda del Marrubial o la antigua Farmacia militar). Pues bien, al nuevo Gobierno municipal no le satisface ese acuerdo y considera que la valoración económica es excesiva y que hay que volver a negociar. O sea, que volvemos al río de Heráclito y a hablar, hasta aburrirles, de la cesión.

Cierro el desvarío de este artículo contándole una anécdota, para mí, inquietante (y no me refiero a la polémica de Hostecor con Vox). Felipe Molina, pastor cordobés y trashumante, recibió el viernes la petición de que su rebaño de ovejas merinas no pastara en el solar de Rabanales 21 en el que irá la futura incubadora y que estos días es el restaurante de sus animales, porque iban a ir los medios de comunicación (luego nos cogen manía, con razón, hasta los pastores). Es cierto que presentar un proyecto tecnológico, puntero, biomédico y súpercaligrafilisticoespialidoso con una foto de un solar llenito de ovejas no parece muy glamouroso, no, pero bien visto hubiera sido una antítesis rica en interpretaciones y significados de lo que fue, es y será nuestra querida ciudad. Ahí lo dejo.

En la semana de la muerte de José Luis Cuerda, me viene al pelo recuperar las palabras de Ngé Ngdomo, el único personaje negro de la película Amanece que no es poco, que cada día posaba en modo portal de Belén junto a su rebaño para el guardia civil que lo detenía: «¿Pero a usted le gusta la estampa que hago yo con las cabras? -decía-. Anda que no debe estar bonito esto, las cabras ahí quietas y yo aquí de perfil como un masái. ¡Pues no viene nadie a verme!», se lamentaba. Pues ¿qué quieren que les diga? La escena me ha venido a la mente.