No sé si saben que el gobierno municipal, en conexión espiritual plena con el de la Junta de Andalucía (que para eso son todos de los mismos partidos y casi familia), quiere concluir la ronda Norte de Córdoba, para que usted, amigo conductor la senda es peligrosa, pueda circular con su coche desde el puente de Andalucía hasta el puente de Andalucía, como si fuera de dado a dado y tiro porque me ha tocado en el juego de la oca. De momento, nos han mostrado unas imágenes virtuales de la futura vía con una extensión de zonas verdes que vista desde lejos puede usted confundir, si no se anda listo, con Central Park o con la mismísma Amazonia. ¡Qué frondosidad le han puesto a la carretera, señor! Sin ser una fan acérrima del gasto en este tipo de infraestructuras --menos en tiempos de pandemia--, debo decir que si sirve a la postre para que se planten millón y medio de árboles y para circunvalar la ciudad en menos de que canta un gallo me apunto a la iniciativa. Lo siento, soy así de novelera.

El alcalde, José María Bellido, quiere fiar parte del balance de su mandato a la conclusión de esta vía, de la que parte del trazado corre a cargo en exclusiva de las arcas municipales. Si le sale, desde luego, se apuntará el tanto de sanar el muñón de nuestra circunvalación en ciernes. Si no, seguiremos haciendo maquetas, cosa que se nos da de lujo.

Esta semana, la cosa ha ido de movilidad, porque se ha presentado también el borrador de la nueva ordenanza de tráfico. Hay que cambiarla porque la actual es del año de la Expo y porque a la escena urbana se han sumado en los últimos años nuevos vehículos, como patinetes eléctricos y demás fauna a dos ruedas, cuyo tráfico sería conveniente regular cuanto antes (pocos accidentes hay).

El concejal de Presidencia, Miguel Ángel Torrico, salió al ruedo mediático para explicar sus propuestas sin banderilleros y ejecutó una chicuelina cuando vio venir al mundo ciclista en tropel y hecho una fiera. No era para menos la cosa, porque el edil ha planteado prohibir la circulación de bicicletas en zonas peatonales como las calles Cruz Conde o Concepción, lo que obligará a dar una vuelta al ruedo completa a quien quiera llegar en triciclo, pongamos por caso, a Capitulares desde la Victoria. De modo, que sería más práctico y solidario con el medio ambiente y la empresa municipal cogerse un autobús que dar tamaño circunloquio dándole a los pedales. El edil, las cosas como son, también ha dicho que es una propuesta, un borrador, una idea, y que ahora habrá que negociar, que no se asusten, que tranquilos, que hablaremos, que no se precipiten, que no eres tú que soy yo y todas esas cosas que se dicen en estas circunstancias. Le propongo al señor Torrico, desde aquí humildemente, que a la negociación lleve a gente con amplias miras y personalidad múltiple al volante. Es decir, esas personas que si van en coche le pitan a las motos, que si van en moto rebasan a los ciclistas, que si van en bici atropellan a los peatones y que si son peatones critican a todos los demás y se acuerdan de sus progenitores. Y hacen todo esto al menos una vez a lo largo de la semana. En suma, gente generosa que sabe ponerse en el lugar del otro.

Aunque estos días también se ha hablado del inicio de la obra de un centenar de viviendas de Vimcorsa, de que un juez ha anulado la licencia para construir un tanatorio municipal que ya nadie quería hacer y de que los casos de covid no dejan de crecer, la polémica municipal de la semana ha venido a cuenta del color de unas mascarillas. Les comento. Alcaldía, a través de protocolo, repartió el jueves a todos los concejales unas mascarillas lavables y preciosas con su logo del Ayuntamiento incluido. Rosa (fucsia) para ellas y negro (luto) para ellos. Error. Saltaron las alarmas. IU y Vox --el PSOE no se ha pronunciado sobre el particular y en Podemos están de cuarentena por covid, un beso desde aquí a Cristina Pedrajas-- se pusieron de uñas. ¡Machismo!, dijeron. ¿A quién se le ocurre?, preguntaron. ¡Tantos años de lucha feminista para volver a esto!, se quejaron. A los minutos, desde Alcaldía se trató de corregir la historia y dieron a elegir entre el color fucsia y el negro independientemente del sexo del edil. Un lío, vaya. A todo esto, Prensa Ibérica, empresa a la que pertenece esta cabecera, nos ha enviado a los trabajadores de CÓRDOBA un precioso kit anticovid --es en serio, no solo peloteo-- que incluye mascarillas de varios tipos y una de tela lavable. A mí, concretamente, me ha tocado una tipo camuflaje, lo que a la luz de los acontecimientos capitulares me tiene mosqueada. ¿Querrán mandarme de corresponsal de guerra a algún sitio? Estoy en mi casa con las carnes abiertas, lo reconozco, así que si no me ven por aquí el domingo, señores concejales, llámenme que cogeré el teléfono al más puro estilo Gila para preguntarles: «¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?».