España tuvo que enfrentarse a la preparación de una acción logística de envergadura en el año 2009 cuando el Estado llegó a comprar millones de vacunas contra la gripe A.gripe A Entre la situación de aquel momento y la actual hay algunas similitudes y otras diferencias. Al frente de la secretaría de Estado de Sanidad, en aquel momento, estaba José Martínez Olmos, granadino, residente en Córdoba. “Luego no hubo necesidad de aplicar todas las dosis, pero el dispositivo estaba preparado para cubrir a 17 millones de personas”. En ese sentido, el escenario es similar. Martínez Olmos calcula que la población de mayores, sanitarios y enfermos crónicos de España puede oscilar entre 15 y 18 millones de personas. ¿Cómo hacer para vacunarlos?

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En la situación actual, a consecuencia de la pandemia del coronavirus, se repite, como ya ocurrió en aquel momento una pauta: “la necesidad de generar confianza” en torno a la vacuna, el importante papel que jugarán los sanitarios y las complejidades de la logística para llevar a cabo la operación. “Si no ganas la confianza de la gente puede ocurrir que haya personas que no se vacunen y eso afecta a la efectividad del programa”, asegura.

Recuerda Martínez Olmos cómo en aquel momento “también hubo un movimiento de gente que dudaba si debía ponerse la vacuna”. En este caso, además se añade otra circunstancia: tendremos más vacunas y “es normal que la gente dude de si van a ser eficaces o o no, si ésta va a ser mejor que aquella”. Ante eso, el ex secretario de Estado de Sanidad, propone hacer didáctica y ser transparentes. Martínez Olmos recuerda que “España tiene un gran tradición de vacunación de manera voluntaria, con un sistema sanitario que es muy permeable, con gran capilaridad en el territorio a través de los centros de salud y con una coberturas vacunarles extraordinarias, pero en una situación como esta no hay que dar por ganado la aprobación de la gente, sino trabajarla”. Ahí, será vital, a su juicio, el papel que jueguen los sanitarios: “la gente va a mirar qué hacen. Es muy importante su ejemplo. Vuelven a ser un importante recurso para potenciar la confianza de la población”.

Del porcentaje de éxito de la vacunación depende el porcentaje de éxito de la vacuna: en el caso del covid, la población diana es la población general. “Es muy difícil llegar al 100%” y augura éxito del proceso llegando “al 80% o 90% de la población diana” para conseguir la inmunidad de rebaño: las vacunas son muy efectivas para las personas y muy efectivas para la sociedad y en el segundo aspecto, requiere que haya una inmunidad de rebaño: un porcentaje muy amplio de personas vacunadas que haría que fuera muy difícil que el virus circulara. Si la mayoría de la gente es inmune, aunque haya personas que no están vacunadas, al virus le cuesta más circular.

¿Cómo preparar el plan de vacunación?

Martínez Olmos afirma que el plan puede ser “parecido” al de 2009. En aquel caso realizaron un convenio con la distribución farmacéutica. Almacenaron las vacunas en sus almacenes, y los mismos coches que llevan cada día a barrios y pueblos los medicamentos que necesitan las farmacias se convirtieron en los coches que llevaban las vacunas a los centros de salud. En aquel momento, se realizó un acuerdo de colaboración público privada sin coste para las arcas del Estado. La situación ahora va a depender de los requisitos que tenga la conservación de la vacuna: “no todas van a necesitar estar a 70 u 80 grados bajo cero”, afirma, lo que sí es imprescindible es que se cumplan los requisitos de conservación que establezcan los laboratorios. A la espera de lo que desvele este martes el presidente del gobierno, habrá que ver si se baraja la opción de que sean los propios laboratorios los que hagan la distribución.

Dice Martínez Olmos que, aunque es partidario de una colaboración estrecha con las farmacias “en esta ocasión no es necesario vacunar en las farmacias, pues ya tenemos la infraestructura montada” en los centros de salud, su capilaridad en el territorio es muy amplia” y planificar bien la distribución: “hay que ir repartiendo por días en función de la capacidad de vacunación de las enfermeras de los centros de salud”.

En 2010, tras el paso de la pandemia de Gripe A dejando alrededor de 350 muertos en España, muchas de las vacunas tuvieron que ser destruidas, lo que provocó notables críticas al gobierno por el gasto que eso supuso para las arcas del país: unos 42 millones de euros en dosis que no se usaron. Aquella vez, no hicieron falta.