El 6 de mayo del año 2009 una excavadora devoraba a dentelladas la primera de las viviendas que desaparecieron del horizonte del aeropuerto para que su pista ganara en longitud y anchura. Dos horas tardó en convertirse en escombros la casa de Llanos del Castillo que estaba situada junto a la última glorieta que hay antes de llegar al aeródromo ante la impotente mirada de sus ocupantes, una familia, que al igual que otras muchas, se vio obligada a continuar su vida en otro lugar. Trabajadores, periodistas y curiosos contemplaban la escena que haría historia. A ese primer derribo siguieron otros, hasta demoler las 115 viviendas que AENA necesitó para realizar el proyecto que llevaba años planificando con el Ayuntamiento, para el que también adquirió terrenos sin edificar. En total, fueron 188 parcelas las afectadas de parcelaciones como Llanos del Castillo, la Altea y Fontanar de Quintos que AENA obtuvo tras meses de negociaciones con los propietarios, muchos de los cuales optaron por ir al juzgado. Expropiar aquellos terrenos costó 45,1 millones.

Mientras que las primeras viviendas se transformaban en cascotes y polvo, Ploder Uicesa preparaba la obra pensada para cambiar el rumbo del aeropuerto, donde unos meses antes Flysur había iniciado una aventura que no llevó a ninguna parte y que duró poco más de un mes. Con la ampliación de la pista, se abrían nuevas perspectivas para el aeródromo y la ciudad, que soñaba con tener vuelos regulares que la acercasen al resto del país y del mundo.

Aquella obra costó cerca de 80 millones entre los 21,8 de la adjudicación de la pista, los 3,3 de los derribos y los 6,5 del soterramiento de líneas eléctricas que no culminó hasta el 2017. Aunque los planes eran entonces ejecutar también una terminal, los hangares y la plataforma, que salieron a concurso pero no se llegaron a adjudicar, el proyecto se quedó solo en la ampliación de la pista, cuyas obras acabaron en el 2011.

Una década después, el aeropuerto tiene la pista ampliada y poco más. Después de muchas vicisitudes, desde febrero del 2018 se puede utilizar la pista al completo y, desde abril, y gracias al sistema AFIS, el aeropuerto puede ofrecer vuelos comerciales. Además, desde hace un año, hay un plan de marketing que muestra las posibles líneas de negocio que tiene. A todo esto se suma la existencia de una mesa de trabajo, en la que están administraciones, instituciones y entes económicos y sociales, que han adquirido el compromiso de buscar fórmulas para aprovechar la obra realizada. Entre los planes más inmediatos, está la implantación del sistema de navegación por satélite.

De momento, hay una escuela finlandesa de aviación, del Grupo Patria, que ha decidido instalarse en el aeropuerto y formar allí a los pilotos que brinda a las compañías con las que tiene acuerdos, por lo que se abre una nueva oportunidad para el aeropuerto. Sin embargo, compañías consultadas por este periódico como Vueling, Air Nostrum, Ryanair o Norwegian aseguran que, de momento, no contemplan operar en Córdoba.

Una década después de aquellos derribos, algunos de los que los vivieron en primera persona piensan que, sin vuelos, no han servido para nada.