El notario jubilado Carlos Alburquerque reconoció ayer los hechos de los que se le acusan en la primera sesión del juicio de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, pero exculpó a su esposa, Amparo Candela, de todas las responsabilidades. Alburquerque está acusado de un presunto delito de apropiación indebida de 373.484 euros por haber destinado a otro fin dicha suma, procedente de 126 operaciones de provisión de fondos de sus clientes. Por tales delitos la Fiscalía le pide cuatro años de cárcel. Estas provisiones de fondos se hacían para escrituras, liquidaciones de impuestos, actas, inscripciones en los registros, etcétera.

Al inicio del juicio, el acusado dio lectura a un documento en el que se reconoce autor de todos los hechos imputados, «soy responsable del delito de apropiación indebida de todos los casos» de los que le acusaba tanto la Fiscalía como los letrados de los clientes. Además, manifestó que «esas cantidades nunca han sido objeto de alza», pero reconoció que «no fueron utilizadas para el fin que fueron entregadas», asegurando que parte de ellas le fueron embargadas cuando la notaría empezó a tener problemas económicos. Además, indicó que, «conocedor de las dificultades económicas de la notaría», no pudo parar la situación a tiempo y que intentó «remediar el problema causado, pero no he podido». Sin embargo, el notario no reconoció «voluntad expresa de apropiarme del dinero ni de dar instrucciones a los empleados para recoger el dinero de forma fraudulenta», asegurando, por último, que «nunca, nunca, nunca» quiso engañar a los clientes.

Sobre su esposa, también acusada, aseguró que «no ha tenido nada que ver» en lo ocurrido, «en ningún caso», aunque reconoció que ella estaba dada de alta en la empresa como auxiliar administrativo «para poder cobrar una pensión de jubilación» y ejercía de vez en cuando de relaciones públicas, por amistad con los clientes. Insistió el notario en que ella no era conocedora de ningún tipo de actividad económica.

Amparo Candela, cónyuge del notario, insistió en esos aspectos y que aunque figuraba como responsable de la asesoría que tenían, aparte de la notaría, ella firmaba todo lo que le «ponía por delante» su esposo. «Confío en Carlos como en Dios», apostilló. Además, indicó que parte de sus bienes familiares fueron puestos también a disposición de la notaría para aliviar la situación, asegurando que si no se ha resuelto es porque están embargados.