Con el convenio de hostelería de Córdoba recién firmado, las en torno a mil camareras de piso que actualmente trabajan para empresas subcontratadas por los hoteles de la provincia esperan expectantes a su entrada en vigor para comprobar en qué se traducirán las mejoras salariales aprobadas. El convenio, que entrará en vigor en cuanto se publique en el Boletín Oficial de la Provincia, estipula que, con carácter retroactivo a 1 de enero del 2018, se establezca un plazo (como máximo 60 días) no solo para actualizar las nóminas sino para cobrar los atrasos por las cantidades no abonadas desde enero. De cobrar una media de 600 euros por 40 horas trabajadas, deberán pasar a ingresar entre 900 y 1.000 euros más transporte o manutención (según los casos), al tener que regirse dichas empresas por el convenio de hostelería, que hasta ahora no se aplicaba a estas empleadas. Se trata de una de las mejoras estrella del convenio de hostelería que, a cambio, ha tenido que renunciar a una hora semanal, al pasar la jornada laboral de 39 a 40 horas.

Manuel Casado, secretario del sindicato provincial de Servicios de CCOO de Córdoba, señala que «en hostelería hay mucha externalización de servicios a los que se les estaban aplicando los convenios de las empresas de trabajo temporal». En su opinión, «el arma de los hoteles para abaratar costes ha sido durante años esa subcontratación de las camareras de piso, cuyo salario se va a incrementar bastante». En caso contrario, las afectadas tienen la puerta abierta para denunciar o solicitar de forma anónima una inspección de trabajo. El objetivo es luchar contra la economía sumergida en un sector muy precarizado.

Según el presidente de la Asociación de Empresarios de Hospedaje de Córdoba, Manuel Fragero, «los grandes hoteles tienen un problema logístico en temporada alta porque tienen que cubrir muchos puestos en momentos puntuales y recurren a personal subcontratado». Sin embargo, recalca, «no es de recibo que las camareras de piso trabajen en condiciones tan precarias como lo estaban haciendo», por lo que considera un logro que se equiparen a las camareras de piso con los camareros y que las empresas tengan que contratarlos acogiéndose al convenio del sector. Según Fragero, los hoteles pequeños tienen otra forma de gestión y la gran mayoría funciona con personal propio. Por muy caro que sea este servicio, siempre es más barato que contar con personal fijo durante todo el año, lo que ha llevado a la mayoría de establecimientos a ir reduciendo cada vez más la plantilla de camareras. Lo que no está claro, según los sindicatos, es si el nuevo convenio revertirá, al menos en parte, esta situación y llevará a los hoteles a contratar de nuevo al menos a un número mínimo de camareras, teniendo en cuenta que externalizar el servicio les va a salir más caro.

La situación es compleja, ya que muchas de las camareras de piso (la mayoría son mujeres), al igual que quienes trabajan en restauración, tienen contratos a tiempo parcial o temporales, que también deberán adaptarse a las nuevas tarifas por hora. La economía sumergida está presente en las cantidades que se acuerdan como pago en B. «Hay empresas que por contrato firman 20 horas, pero en realidad te hacen trabajar el doble y el resto lo pagan en mano», explica Casado, «una práctica muy habitual en el sector de la hostelería que afecta a largo plazo a los empleados, de cara a sus pensiones, porque no cotizan por el tiempo real trabajado, y a las arcas públicas, porque se ahorran gran parte de la cotización».

En el caso de la restauración, el salario base de un camarero contratado a jornada completa está actualmente en 1.035 euros, más pluses y tres pagas extra, una cantidad que subirá un 2,7% una vez entre en vigor el convenio. La trampa que está a la orden del día consiste en contratar a los camareros por media jornada aunque trabajen la jornada completa, abonándole una cantidad determinada por las horas de más que rara vez se pagan como horas extra. Para los camareros que trabajan en condiciones reguladas, la principal mejora del convenio será básicamente el aumento salarial después de años de crisis en los que el sueldo ha estado congelado, que en tres años alcanzará el 7,5%. Según Antonio, camarero desde hace casi dos décadas, «para mejorar los salarios hemos tenido que renunciar a un derecho adquirido como era la jornada de 39 horas, una cláusula que solo se daba en Córdoba». El aliciente extra del sueldo del camarero es la propina, un pequeño o gran sobresueldo del que los españoles aún no parecen muy convencidos. «Si trabajas en zona de turismo extranjero, las propinas son significativas porque eso lo asumen como parte de la factura, a los españoles les cuesta más», asegura Antonio.