Ana Isabel Gamero González (Palma del Río, 1977), licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, en la especialidad de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, tiene desde abril del 2016 la gran responsabilidad de ser la encargada de la conservación del patrimonio histórico y artístico de la Catedral de Sevilla. Labor que compagina actualmente con un destacado cometido, ser la comisaria de la tercera exposición que se ha inaugurado en el 2017 en Sevilla, con motivo del Año Murillo, y que acoge precisamente la catedral sevillana, con motivo del 400 aniversario del nacimiento del pintor. Antes de afrontar este puesto, Ana Isabel Gamero participó en restauraciones de piezas romanas en el Museo Arqueológico de Écija. Al acabar la universidad, y tras un corto periodo en el que trabajó con colecciones particulares, se trasladó a Córdoba para formar parte de un equipo de restauración, que durante varios años estuvo interviniendo casi exclusivamente en obras de la Mezquita Catedral, en los lienzos del altar mayor y en varias capillas. Junto a su marido, el también conservador Manuel Aguilar, concluyó el año pasado la restauración de las pinturas murales de la cúpula de la Puerta del Perdón de la Catedral de Córdoba, También participó en trabajos de conservación y restauración en el Museo de Bellas Artes y en conventos de la diócesis de Córdoba.

-¿Qué es el arte para usted y qué representa en su vida?

-Me gusta toda actividad artística en la que el hombre o la mujer, valiéndose de la materia, plasma un sentimiento o una realidad creando para el bien.

-¿Desde pequeña tuvo claro que quería estudiar Bellas Artes?

-Con rotundidad, sí. Desde muy pequeña, la vena artística, el interés por dibujar, por colorear, por reproducir todo aquello que me rodeaba, incluso crear y expresar partiendo de la humildad e inmadurez característica de esa edad, me acompañaba en todo momento. Todo se desarrollaba con naturalidad, formaba parte de mi vida y como no podía ser de otra manera, conforme iban pasando los años y se acercaba la hora de orientar mi futuro la decisión surgió de forma espontánea. Casi no tuve que meditarlo, salió solo, sin hacer ruido, como si ya hubiera estado establecido. No sabría decir qué manifestación artística me atraía más, porque en realidad me llamaba la atención todo. Mis padres me llevaban a visitar museos donde podía contemplar pinturas, esculturas u orfebrería, pero antes de entrar me quedaba prendada de los edificios que las albergaban, y en casa me encantaba ver a mi madre bordando con hilos de oro y plata alguna pieza para las hermandades a la que pertenecemos.

-¿En su familia se dedica alguien a las Bellas Artes?

-Mi marido es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla como yo y también se especializó en conservación y restauración. Y mi madre, que es bordadora en oro, y mis hermanos, aunque no han estudiado arte, siempre han mostrado gran interés por el arte.

-Para el Arzobispado de Sevilla, ¿qué trabajos más destacados realizó antes de su actual responsabilidad, entre ellos el descubrimiento de una pintura de Joaquín Domínguez Bécquer (tío del poeta Gustavo Adolfo Bécquer)?

-Para este arzobispado he desarrollado durante cerca de 7 años restauraciones de pinturas de caballete, reubicación de obras, análisis y estudio del estado de conservación de bienes muebles o trabajos de consolidación.

-¿Cómo se puede cuantificar el valioso patrimonio de la Catedral de Sevilla?

-La Catedral de Sevilla es única en el mundo. Posee un vasto patrimonio histórico-artístico de colecciones pictóricas, escultóricas, de orfebrería, textiles y de libros corales. Para mí es un verdadero privilegio poder ocuparme del mantenimiento y la restauración del patrimonio histórico artístico que conserva el cabildo metropolitano sevillano. También requiere de una gran responsabilidad. Es un servicio multidisciplinar de conservación, de gestión y difusión de las colecciones de pintura, de escultura, orfebrería y de los textiles históricos. Bajo mi custodia se encuentran también dos de las grandes devociones de Sevilla, como son la imagen de la Virgen de los Reyes y el cuerpo de San Fernando. Debe coexistir la liturgia con la visita cultural.

-¿De cuántos artistas reconocidos ha restaurado o conservado obras a lo largo de su carrera?

-Han sido muchos, y solo por citar algunos, están Antonio Palomino, Pedro de Campaña, Damián de Castro, Pablo de Céspedes, Matías de Arteaga o Juan de Espina. Ahora me ocupa la mayor parte de mi tiempo la conservación de los bienes muebles de la Catedral de Sevilla, todo el patrimonio histórico-artístico que ésta alberga.

-Se acaba de inaugurar en la Catedral de Sevilla una exposición, de la que usted es comisaria, con motivo del ‘Año Murillo’. ¿Esta muestra qué tiene de extraordinario?

-La conmemoración del 400 aniversario del nacimiento del pintor Bartolomé Esteban Murillo, en la ciudad en la que desarrolló la inmensa mayoría de su producción, no podía pasar desapercibida para la Catedral de Sevilla con la que tanta relación tuvo, no solo contractual sino también una estrecha relación con el Cabildo, unión que hizo que Murillo estuviese creando durante un largo periodo de 30 años. Además de las 16 obras que están en la Catedral de Sevilla y que la mayor parte está en el lugar para el que fueron pensadas, y la procedente del Palacio Arzobispal, La Virgen entregando el rosario a Santo Domingo, que pintó con tan solo 20 años, se ha distribuido un soporte catequético en paneles repartidos por los espacios Murillo dentro de la catedral, elaborado por Joaquín de la Peña (El Concilio de Trento, Murillo, Un hombre de fe, La religiosidad popular, Amistades y familia, El siglo de la santidad y Cronogramas). La muestra también cuenta con cuatro vitrinas documentales, con más de 30 documentos originales, entre los que se incluyen libranzas o pagos por los trabajos realizados, grabados, el expediente de canonjía de Gaspar Esteban Murillo, el expediente matrimonial de Bartolomé Esteban Murillo y dibujos curiosos. Se han realizado mejoras de iluminación en todas las pinturas y hemos aprovechado para efectuar tareas de conservación y mantenimiento en los espacios Murillo, en relieves, marcos y tondos en la sala capitular y se ha restaurado la parte inferior del cuadro La visión de San Antonio.

-¿Hasta cuándo puede verse esta exposición en la catedral?

-La muestra va a estar abierta hasta el 8 de diciembre del 2018.

-¿Qué más detalles puede ofrecer sobre la muestra, que tanto éxito está teniendo de público?

-Contamos con una página web, específicamente creada para la exposición, bajo la supervisión de Marcelino Martínez Guerrero, con enlaces directos desde la página web de la catedral y la de la archidiócesis, que refleja toda la información contenida en los catálogos y guías, además de los contenidos audiovisuales promocionales. Existen en la exposición códigos QR que se pueden descargar desde móviles y tabletas para facilitar la visita. Incluye también un archivo de audio, diseñado especialmente para invidentes, con la descripción de cada obra. Más información en www.murillocatedraldesevilla.org.

-¿Qué objetivos cree que se van a conseguir con esta exposición?

-Espero con mucha ilusión que todo salga bien durante este año y sobre todo, que esta exposición sirva para redescubrir la figura de Murillo, no solo como un gran artista, sino como alguien que supo trasmitir la santidad a través de su obra. Nos encontraremos en esta muestra con un hombre de profundas raíces cristianas, que a través de su arte supo transmitir la belleza de la fe. Espero que las pinturas de Murillo sean hoy igual que ayer, instrumento para acercarnos a las glorias del cielo en los más necesitados de la tierra, que su obra sea el consuelo de los afligidos y sepamos entender la ternura de su obra y difundir su mensaje evangelizador.

-¿Cómo es su día a día, siempre hay algo que restaurar?

-A ver, cómo lo diría. Mi día a día es ajetreado, sorprendente, impresionante, reconfortante, maravilloso, ilusionante. Un día tiene muchas horas y muchos son los adjetivos que se pueden utilizar para de alguna manera expresarlo con palabras. Pero, sobre todo y ante todo, es un privilegio. Esta profesión no entiende de horarios, no se limita al lugar de trabajo, porque cuando llego a casa sigo trabajando, estudiando y aprendiendo. Solo si amas y valoras el arte puedes llevar un ritmo de vida así.

-Ha dicho alguna vez que la restauración debe ser reconocible, pero invisible desde la distancia.

-Esa apreciación hace referencia a la visión que debemos tener una vez acabada la intervención. Mayoritariamente, las obras presentan pérdidas a distintos niveles. Pueden ser estructurales, estratigráficas o superficiales y, dependiendo del criterio de intervención que se siga, la restitución de esas zonas pueden ser más o menos evidentes o más o menos reconocible o apreciable. Por ejemplo, en una reintegración cromática podemos seguir un criterio más conservador, aplicando tintas planas con un tono neutro en las zonas con pérdida de policromía, lo cual hace más palpable, desde el punto de vista visual, la separación entre el original y lo añadido. Pero, por otro lado, podemos optar por un criterio imitativo, menos conservador, en el que la reintegración se lleva a cabo mediante grafismos pictóricos en el que los colores pueden ser puros o mezclados, y en el que esa separación se hace más evidente en la medida que nos acercamos a la obra, pasando por el contrario desapercibida o invisible al alejarnos.

-¿Se emociona tras terminar un duro trabajo de restauración y conservación?

-El trabajo de restauración requiere tener todos los sentidos a disposición de la obra. Normalmente son trabajos en los que debes emplear mucho tiempo y acabas haciéndolos tuyos. La obra tiene un problema y hay que solucionarlo. Te encariñas con ella y, cuando el trabajo está llegando a su fin, empiezas a darte cuenta de que pronto os separaréis y que vas a echarla de menos.

-De su Palma del Rio natal, ¿qué patrimonio aprecia más?

-Palma del Río puede presumir de contar con un gran patrimonio cultural. Posee unos de los mayores y mejor conservados recintos amurallados de época almohade. Una bellísima y no menos importante parroquia de la Asunción, barroca, del siglo XVIII, con su imponente torre emparentada en estilo a las famosas de Écija. La parroquia de San Francisco y su convento, con sus artesonados y pinturas murales. La iglesia del convento de las Franciscanas, su capilla y su reja. El antiguo hospital de San Sebastián, su patio, su iglesia, con su espadaña y sus alicatados. El convento de Santa Clara, con su imponente claustro y su aljibe. La pintura mural también en la capilla del Buen Suceso. El palacio de los Portocarrero y sus caballerizas. El puente de Hierro sobre el Guadalquivir o la ermita de Belén. Los restos arqueológicos prehistóricos, prerromanos, romanos y musulmanes, que minan sus campos de labor. Y el patrimonio histórico no le va a la zaga. Me consta que se están promoviendo y realizando importantes obras de recuperación, sobre todo en los últimos 20 años, pero haría más hincapié en la difusión, no tanto en infraestructuras, porque en menor o mayor medida Palma del Río dispone de museos y salas expositivas, pero sin llegar a la gente, sobre todo al público foráneo.

-¿Es difícil ser restauradora de un patrimonio religioso y no creer en la religión que se contribuye a ensalzar a través del arte?

-Las obras de arte son concebidas con una finalidad, con un objetivo, al igual que el periodismo o la medicina. Las obras de carácter religioso en cualquiera de sus manifestaciones: arquitectura, pintura, escultura, orfebrería o textiles bordados, están fundamentadas en un mensaje al igual que lo están las obras profanas. El autor persigue expresar, transmitir, y establecer una conexión con el espectador. Si esta conexión no se produce tanto el autor como la obra no habrán conseguido el objetivo. El patrimonio religioso tiene claramente asumido cuál es su mensaje y para ello su creador debe conocerlo. Pero ante todo debe sentirlo, debe creer en él, de lo contrario es muy difícil expresarlo, y más difícil aún, conseguir que el espectador lo acepte y lo comparta. La conexión se rompe. Y la labor del conservador-restaurador no solo se limita a evitar que la obra se pierda, sino en la medida de lo posible recuperar y permitir que esa función, que ese objetivo continúe cumpliéndose al finalizar el trabajo.

-¿Qué le diría a quien critique que se destine dinero a la conservación de obras religiosas o a impulsar nuevo patrimonio cuando hay otros fines a lo mejor más necesarios, aunque esa conservación, por ejemplo, contribuya al turismo y a la cultura?

-La Catedral de Sevilla se autofinancia con el aporte de la visita cultural. Con la inversión en el patrimonio estamos ayudando a la conservación de nuestra cultura, pero también a las personas. El Cabildo de la Catedral destina buena parte para la conservación y mantenimiento del primer templo, de otros de la archidiócesis y también se ocupa de obras sociales y caritativas.