Tantos años llevan las camareras de piso trabajando en condiciones precarias que aún no se acaban de creer que su suerte vaya a cambiar. «Lo he leído en los medios, pero en mi empresa no nos dicen nada, y en el hotel menos», asegura Pili, una camarera de hotel que prefiere mantenerse en el anonimato ante posibles represalias y lleva más de 15 años empleada en el mismo establecimiento como personal externo. «Ojalá sea verdad, tengo esperanza en que la situación cambie con este convenio, pero esa subida la tengo que ver primero, seguro que se buscan alguna trampa», afirma. Según su relato, el trabajo de una camarera de piso es una contrarreloj. «Yo tengo una jornada de seis horas pero siempre hago más, hay que hacer como mínimo 14 habitaciones diarias, pero hay días que se hacen 17 y hasta 20», explica, «si no, no eres válida». En teoría, la mejora no solo se notará en la subida de los salarios sino en otras compensaciones. «Nosotras tenemos menos vacaciones y no nos corresponden ni pagas extras ni antigüedad y, si te pones mala, pues cobras 400 euros en vez de 600». La mayoría, alternan más de un trabajo y en muchos casos, si tienen experiencia, deben incorporar a su ritmo de trabajo la formación de las chicas que vienen en contrato de formación. No se sienten valoradas por nadie. «Nosotras somos solo números, no somos personas ni para las empresas ni para el hotel». También apunta que cada hotel y cada empresa de externalización de servicios es un mundo. «En algunas tienes derecho a comer en el hotel, en otras no puedes ni coger una botella de agua, en teoría tienes derecho a 20 minutos para comer si tienes contrato de ocho horas, pero si el contrato es de seis, aunque eches ocho, no puedes parar, ojalá veamos mejoría», concluye.