Victoria Eugenia Peralbo ha pasado por el hospital Reina Sofía dos veces a causa del covid-19. «Mi marido empezó con fiebre y malestar y se hizo la prueba», explica, «él dio positivo y yo también, pero no sabemos dónde nos contagiamos porque no nos consta haber sido contacto estrecho de nadie». Procuradora de profesión ella y comercial él, están convencidos de que el virus llegó a alguno de los dos trabajando pese a haber cuidado las medidas de seguridad en todo momento. Afortunadamente, ninguna de las tres hijas que tienen se contagió.

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Él se recuperó a las dos semanas. Ella, asmática, dio negativo en el primer test y positivo en el segundo. Unos días después empezó a sentir dolor de garganta y de cabeza. No tenía tos ni fiebre, ni perdió el gusto o el olfato. En su caso, los síntomas fueron ahogo, mucho cansancio y malestar general.

Cuando fue al hospital detectaron que, pese a que no había tenido fiebre, sufría una neumonía en el pulmón derecho «y me ingresaron», comenta.

«Lo pasé muy mal por esa sensación de asfixia que produce». A los seis días de estar hospitalizada, recibió el alta, pero diez días más tarde volvió a sentir malestar general y ahogo y cuando acudió al médico le informaron de que «la neumonía había desaparecido del pulmón derecho, pero se había desarrollado en el izquierdo». El segundo ingreso fue más breve. «Me quedé hospitalizada porque los médicos pensaron que podía tener un trombo, ya que el covid hace que se eleven ciertos parámetros y yo los tenía más elevados de lo normal», relata.

Tras un día de observación y reposo absoluto «en el que no podía ir al baño ni nada», señala, las pruebas señalaron que no había trombo y Victoria Eugenia recibió el alta. Eso fue el 23 de octubre, pero los síntomas de la neumonía persisten. «Ahora estoy algo mejor, he dado negativo en covid, pero sigo con el ahogo y el cansancio, de la cama al sofá», explica.

«Hemos pasado mucho miedo desde que empezó todo esto», confiesa, «por la incertidumbre de no saber cómo evolucionará una enfermedad de la que aún no se sabe mucho y que presenta síntomas muy distintos en cada paciente y también porque en el segundo ingreso había riesgo de que tuviera un trombo que pudiera llegar al pulmón». Al igual que otros pacientes que han pasado por las unidades covid en las últimas semanas, asegura que le impresionó la presencia de jóvenes. «Yo estuve dos noches sola y a la tercera pusieron en mi habitación a otra chica, intentan que estés aislado y si es necesario, que compartas con otra persona que tenga la misma carga vírica», explica. «Ella tenía 30 años, una chica sana, deportista y con neumonía como yo», recuerda.

A los sanitarios les dedica todo tipo de elogios. «Son magníficos, te tratan con mucho cariño tanto los médicos como las enfermeras, auxiliares y celadores, solo tengo palabras de agradecimiento, son nuestros ángeles de la guarda», asegura convencida.

A los que ven el virus como algo lejano, les dice «que no es ninguna broma, cada vez hay más gente en los hospitales y los sanitarios están peor». No entiende que siga habiendo gente que se cree inmune al virus y va sin mascarilla. «Hay que concienciar a los jóvenes y a los niños, pero hay adultos que tienen más peligro que los adolescentes». E insiste: «Esto le puede tocar a cualquiera, nosotros no sabemos de dónde nos vino, se pasa muy mal, mucho miedo porque puede costarte la vida», recalca, «incluso cuando lo pasas, el miedo no se te va aunque des negativo».