El acoso escolar, o como se conoce en inglés, bullying -fenómeno que se puede manifestar por un empujón repetido o una actitud intolerante hacia los compañeros de clase- se ha convertido, por desgracia, en un fenómeno preocupante en el entorno educativo. Y últimamente nos llegan también imágenes nada edificantes de violencia en el deporte, más ejercida por los padres que por los niños.

Nueve investigadores de la UCO, de los departamentos de Psicología, Educación, y Artística y Corporal, encabezados por el profesor Juan Calmaestra, doctor en Psicopedagogía e investigador del grupo de investigación Laecovi, aplican este curso en más de cien escuelas catalanas un programa contra el bullying que ya ha sido puesto en marcha durante dos años por la Fundación Fútbol Club Barcelona. Es un ejemplo de transferencia de la investigación universitaria a la sociedad, de «poner a favor de la sociedad el conocimiento científico con criterios de calidad», apunta Juan Calmaestra a este periódico desde Barcelona, donde este fin de semana ha dado una nueva charla a familias de niños que están en la Masía, una especie de residencia para jugadores menores que no viven con sus familias en Barcelona, y a padres, entrenadores, delegados y jugadores de las categorías amateurs del Barça. Les ha hablado de lo que es el bullying, el ciberbullying y las redes sociales, con recomendaciones para evitar que sus hijos puedan ser víctimas y pautas para colaborar con el colegio en el caso de que tengan sospecha de la existencia de un caso de acoso. «Queremos que las víctimas dejen de ser víctimas y que los agresores dejen de ser agresores, este es el objetivo final», les dijo en el Auditorio 1899.

Calmaestra ya había realizado hace unos años un estudio para Save the Children, con más de 30.000 escolares de Secundaria, del que salió el informe Yo a eso no juego. A raíz de la publicación de ese informe, «me contactaron desde la fundación Barça de que estaban empezando a lanzar una línea de detección del bullying y querían que les ofreciéramos un proyecto para poder trabajar con escuelas de Primaria». Así que, junto a un equipo de maestros de Córdoba, montaron un proyecto y fueron al Camp Nou a presentarlo, frente a otras universidades que también lo hicieron. Resultaron elegidos los cordobeses, tanto por el diseño del proyecto como por el currículum del grupo de investigación. Eso fue hace dos años y el programa lo han ejecutado entre el 2017 y finales del 2019. «Hemos desarrollado la fase de investigación y pilotaje y ahora estamos en la fase de universalización», explica Calmaestra. Este curso, la Fundación FC Barcelona ha ofrecido el programa a todos los colegios catalanes y se han apuntado más de cien para desarrollarlo. El equipo de investigadores cordobeses forma a los docentes y maestros y ellos lo aplican con sus alumnos en horarios de tutoría y Educación Física.

Juegos y actividades

Calmaestra cree que lo que más le llamó la atención a la fundación FC Barcelona de su proyecto fue «el enfoque psicoeducativo que tenemos y lo cercanos que somos al nivel de maestros, tenemos mucha experiencia formando maestros en los Centros de Profesorado, muchos de nosotros somos maestros, tenemos una formación bastante sólida y didáctica en pedagogía, y eso, unido al desarrollo psicoevolutivo que teníamos pensado en el proyecto, con un programa de curriculum en espiral, adaptándonos a cada uno de los momentos vitales de los niños que iban a recibir las sesiones, creo que hizo que nuestro grupo ganara». Además, la fundación les sugirió incluir el deporte, y «ahí asumimos el reto y ampliamos el programa con la educación física y englobamos las sesiones de Educación Física y las tutorías para la prevención del bullying en las escuelas». Es decir, utilizaron el deporte para prevenir el acoso escolar.

El profesor explica que en las sesiones de Educación Física han vinculado el acoso con los contenidos curriculares del área y a los chavales los pusieron a hacer juegos y actividades, a tener movimientos mucho más libres que en un aula sentados y «eso nos ha permitido hacer que vivencien determinadas situaciones injustas y que vean que eso es lo que está pasando en un caso de bullying y que puedan empatizar con las víctimas, además de otras situaciones en las que se ayudan, se protegen y terminan teniendo éxito en los juegos cuando realmente están cooperando». Les hacen ver que esta cooperación en el mundo del deporte que les lleva al éxito es la misma que necesitan para prevenir el bullying en sus clases. En cuanto a resultados, han realizado un diseño cuasi experimental en 26 colegios y «hemos conseguido una reducción en los grupos experimentales en los que hemos aplicado el programa de cerca del 36% en bullying y casi del 61% en ciberacoso en dos años», con respecto a la situación existente, previa a la puesta en marcha del plan.

Otro proyecto en Bilbao

El grupo de Laecovi no para y sus proyectos de investigación siguen teniendo éxito en la vida real. Ahora, Juan Calmaestra, con otros miembros del grupo (Antonio Jesús Rodríguez, Juan de Dios Benítez, Esther Vega e Irene de Dios) y Álvaro Morente, acaban de empezar un proyecto para la empresa Wats Spark SL de Bilbao, con la participación de familias, jugadores y entrenadores. «Nos han contratado para que este mismo estudio que hemos hecho con Barcelona, con otras variables, lo utilicemos para un programa propio que tiene Bilbao, de la empresa Wats, de prevención de la violencia en el deporte». Esta empresa tiene una metodología, en la que forman a entrenadores y a familias en prevención de bullying, de machismo en el fútbol, de comentarios homófobos... trabajan seis tipos de violencia, «y nosotros estamos evaluando el impacto real que tiene este programa, una auditoría externa», en la que participan seis profesores de la UCO.

Calmaestra dice que están intentado convencer a la Fundación del Barça para que amplíe el contrato para trabajar en Infantil y en Secundaria, ya que hasta el momento solo lo han desarrollado en Primaria, en 42 sesiones de trabajo para niños entre 6 y 12 años. Para este experto, el porcentaje de bullying no ha aumentado, pero sí lo ha hecho mucho «la sensibilidad social por el fenómeno», que «no es solo cosa de niños».