Carlos Sánchez se licenció en Psicología y como otros muchos jóvenes tuvo que hacer la maleta para buscarse la vida en Londres como cuidador de niños. Aguantó así dos años, pero decidió que esa no era su vida.

De vuelta a Córdoba, ciudad en la que había nacido aunque pasó toda su infancia en Andújar, sopesó la idea de buscar una salida profesional dándole rienda suelta a una de sus pasiones: los perros. Así que tras darle unas cuantas vueltas se matriculó en un máster oficial de intervención asistida con animales, y más concretamente con perros, en la Universidad Internacional de Andalucía, en su sede de Baeza. Y ahí empezó todo, aunque él todavía no lo sabía.

No todo estaba de su parte y de nuevo creyó que la mejor opción sería salir al extranjero, esta vez a Irlanda, pero optó por quedarse y hacer un curso en Madrid de adiestramiento de perros para después intentar salir adelante con un negocio de intervención asistida con animales.

Para ello pidió asesoramiento a expertos, se pasó por Andalucía Orienta, la red de unidades de orientación profesional del Servicio Andaluz de Empleo y ahí sí, poco a poco, comenzó a ser consciente de que era el comienzo de su carrera profesional.

Adiestrador y perro realizan su terapia con el grupo denominado Vida Adulta en cuestiones como la atención, el trabajo en equipo, el aumento de la autoestima o la autonomía. Lo hacen en colaboración con los profesionales del centro, que les indican los objetivos sobre los que se debe trabajar en cada momento.

Carlos señala que el perro, en este tipo de terapias, actúa como un «captador de atención muy grande, un motivador y un reforzador en sí mismo», pero además aporta a los usuarios estimulación sensorial y auditiva.

«Tenemos que trabajar basándonos en el vínculo que se crea» entre el perro y la persona que recibe la terapia, así como el cariño mutuo que poco a poco «se van cogiendo». Esa es «la base de nuestro trabajo».

Se trata, como explica Carlos Sánchez, de un proyecto bidireccional. Durante los dos primeros meses trabajan con los chavales para reforzar la autoestima, las habilidades sociales, el autocontrol o la tolerancia a la frustración y cuando se han logrado los objetivos se enseña a estos jóvenes a adiestrar a los perros de las protectoras que a parir de ese momento tienen más posibilidades de adopción.

Pero hay más. En octubre de 2019 se embarcó en otra aventura cuando comenzó a colaborar con oncología pediátrica, en el ‘Salón de héroes’, y con el aula hospitalaria del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.

Allí sus perros, conocidos por toda la planta, acompañan a los más pequeños para hacer más llevadera y divertida su estancia, para humanizar el proceso hospitalario y realizar actividades lúdicas.

En cuanto a la elección de los perros encargados de las terapias el especialista señala que «no es tan importante la raza como la selección del perro», porque depende, por un lado, del carácter del animal, y por otro del entrenamiento que le hace Carlos a cada uno de sus canes.

Como las personas -aclara- cada cual tiene sus cualidades y puntos fuertes y sobre ellos centra su adiestramiento el entrenador.

Carlos está feliz con un trabajo porque conjuga sus dos pasiones: la psicología y el adiestramiento de perros. Es una simbiosis perfecta que a él, a los usuarios y por supuesto a Bourbon y Wanda les «llena muchísimo».